Los tonos azulados que en la actualidad se están haciendo habituales en la iluminación de casas y ciudades inciden en la aparición de cáncer de próstata y colon, al disminuir la secreción de una hormona, la melatonina, que pone en hora a todo el organismo.
El investigador del laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia Antonio Martínez ha señalado que la inhibición del ritmo de esta hormona comienza tras 15 minutos de exposición a la luz azulada, frente a la hora y media que tarda en comenzar ante tonalidades más amarillentas.
Martínez ha manifestado que diversos estudios demuestran que los países con mayor contaminación lumínica tienen una mayor frecuencia de aparición de estos cánceres. Otros efectos adversos para la salud relacionados con el deterioro cognitivo, la obesidad y el riesgo de síndrome metabólico. Se ha demostrado que la luz por la noche convierte a los hámsters en obesos y que probablemente en unos años se aprecie la misma asociación en humanos, ya que de momento las personas que trabajan por la noche suelen ser tener sobrepeso.
Además de las consecuencias para la salud humana, ha señalado incidencias en la biodiversidad, ya que la contaminación lumínica causa desorientación «espacial y temporal» de las aves cuando migran y las lleva a confundir sus claves visuales con edificios muy iluminados contra los que se estrellan.
Demasiada luz
Para Martínez, existe «muchísima» luz en las calles, ya que en España se asocia a una mayor seguridad, cuando Japón, «uno de los países más seguros del mundo», tiene una fuente de iluminación cada doscientos metros. Asimismo, ha afirmado que las luces amarillentas se están sustituyendo en viviendas y calles por luces blancas de espectro total, que son ricas en azules y permiten ver todos los colores, porque se relacionan con mayor progreso económico.
No obstante -ha precisado el investigador- que exista contaminación lumínica no significa que se deba eliminar la luz por la noche, sino evitar los efectos de las luces azuladas cambiándolas por anaranjadas y disminuir la cantidad de luz que las ciudades emiten hacia las afueras o la costa. EFE