Importancia. La intervención de los profesionales de la Educación Social es fundamental para la atención socioeducativa en el medio al que pertenece el paciente y al que se integrará cuando salga del hospital
La Educación Social, una disciplina y una profesión que tiene sus raíces en la Pedagogía, reclama desde hace tiempo su inserción en el ámbito hospitalario en el que, por tradición se ha centrado únicamente en el apoyo y seguimiento académico de los menores convalecientes, con el fin de que no perdieran el ritmo de sus estudios y se actúa además con un sentido exclusivamente compensatorio. Sin embargo, la intervención de la Educación Social complementa el papel del educador (maestro), ampliándose su espectro y planteando una intervención eminentemente socializadora que se extiende a toda la convalecencia de las personas ya estén ingresadas en un centro hospitalario o sean tratadas sanitariamente en sus domicilios.
Hay que tener en cuenta que cualquier proceso de convalecencia provoca alteraciones en la persona que la padece, pero también en quienes están con ella, a los que normalmente no se tiene en cuenta durante el proceso de intervención con el paciente.
Elementos como el estrés, la ansiedad, el sueño, la falta de apetito, la ruptura de relaciones sociales o incluso problemas laborales derivados de bajas o aumento de gastos económicos, pueden alcanzar un protagonismo disruptivo no deseado, tanto en el paciente como en su familia. Y es ahí donde es necesario el papel de los profesionales de la Educación Social ya que no se trata de compensar las horas de educación reglada que se pueden perder durante una convalecencia, sino que hay que actuar en el medio del que forma parte la persona convaleciente. Es decir, hay que complementar aspectos educativos y sociales, considerando al menor como una persona global e integral, con unas necesidades específicas e individuales en todos los contextos de su vida, teniendo siempre en cuenta que sigue formando parte de la sociedad y antes o después volverá a integrarse en ella.
Como objetivos generales de la Educación Social Hospitalaria se encuentran el de crear un ambiente más humanizado, propiciar situaciones de relaciones positivas en el ámbito hospitalario o hasta que termine su convalecencia en el domicilio, ocupar el tiempo libre del paciente, realizar programas de intervención flexibles a las necesidades y posibilidades de cada paciente y mantener hábitos de trabajo e inquietud por seguir aprendiendo.
En lo que respecta a las funciones del profesional, debe convertirse, principalmente, en un agente de cambio que, en la medida de lo posible, normalice la vida del enfermo, proponiéndole actividades gratificantes que le permita aumentar su autoestima y transformándose en uno de los enlaces entre el exterior y el interior. Para ello trabajará para implicar a todos los contextos sociales en el proceso de hospitalización y convalecencia y para evitar la marginación y aislamiento durante dicho proceso.
Asimismo, favorecerá una vuelta normalizadora a la vida cotidiana, dinamizará relaciones de convivencia a través de técnicas de animación grupales, especialmente con familiares y amigos y mediará, formará, informará y orientará a todos a los menores y sus familias.
Por todo ello, y tal como se plantea desde su colegio profesional, es necesario que esté en contacto con el paciente desde su mismo ingreso hasta que acabe su convalecencia definitiva en el hospital o en su casa, procurando un desarrollo integral del individuo y llevando a cabo también intervenciones que favorezcan una participación familiar positiva en todo el proceso, realizando siempre un trabajo multidisciplinar con el resto de profesionales.
La implementación de programas de Educación Social en el ámbito hospitalario que ya están empezando a producirse, deben ampliarse en los próximos años, ya que el trabajo desde esta perspectiva socio-educativa contribuye muy positivamente, no sólo al bienestar individual y social del menor hospitalizado, sino también al de sus familias.