Una variante del gen fuertemente asociada con el desarrollo de la diabetes tipo 2 parece interactuar con un patrón de la dieta mediterránea para prevenir derrames cerebrales, según concluyen investigadores del Centro Jean Mayer USDA de Investigación en Nutrición Humana en el Envejecimiento (USDA HNRCA, en sus siglas en inglés) en la Universidad de Tufts, en Somerville, Massachusetts, Estados Unidos, y del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) sobre Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición en España.
Sus resultados, publicados este martes en la edición online de la revista ‘Diabetes Care’, son un avance significativo para la nutrigenómica, el estudio de los vínculos entre la nutrición y la función de los genes y su impacto en la salud humana, en particular en el riesgo de la enfermedad crónica.
Los investigadores se propusieron analizar si la genética contribuye a los beneficios cardiovasculares observados en el ensayo Prevención con la Dieta Mediterránea (PREDIMED). Con sede en España, el estudio aleatorizado y controlado incluyó a más de 7.000 hombres y mujeres asignados a una dieta mediterránea o una dieta controlada baja en grasa y fueron supervisados en relación a enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular y ataque cardiaco durante casi cinco años.
«Nuestro trabajo es el primero en identificar una interacción gen-dieta que afecta al ictus en un estudio de intervención nutricional llevado a cabo durante varios años en miles de hombres y mujeres», dijo el autor principal, José M. Ordovás, director del el Laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA HNRCA en la Universidad Tufts.
«El diseño del estudio PREDIMED nos proporciona resultados más sólidos que nunca. Con la capacidad de analizar la relación entre la dieta, la genética y los eventos cardiacos potencialmente mortales, podemos empezar a pensar seriamente en el desarrollo de pruebas genéticas para identificar a las personas que pueden reducir su riesgo de enfermedades crónicas, o incluso prevenirlo, haciendo cambios significativos a la forma de comer», añade.
Dirigido por Ordovás y la autora Dolores Corella, del CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición, los científicos se centraron en una variante en el factor de transcripción 7-Like 2 (TCF7L2) de genes, que se ha implicado en el metabolismo de la glucosa pero su relación con el riesgo de enfermedad cardiovascular ha sido incierto. Alrededor del 14 por ciento de los participantes en PREDIMED eran portadores de homocigotos, lo que significa que llevan dos copias de la variante genética y tenían un mayor riesgo de enfermedad.
«Seguir la dieta mediterránea reduce el número de accidentes cerebrovasculares en personas con dos copias de la variante. Los alimentos que comieron parecieron eliminar cualquier aumento de la susceptibilidad, poniéndolos en igualdad de condiciones con las personas con una o ninguna copia de la variante», explica Ordovás, quien también es profesor en la Escuela Friedman de Nutrición y Ciencias Políticas en la Universidad de Tufts.
«Los resultados fueron muy diferentes en el grupo de control que seguía una dieta baja en grasa, donde por los homocigotos que portaban, tenían casi tres veces más probabilidades de tener un derrame cerebral en comparación con las personas con una o ninguna copia de la variante del gen», destaca este investigador.
La dieta mediterránea incluye aceite de oliva, pescado, hidratos de carbono complejos y nueces. Para saber hasta qué punto los participantes en PREDIMED se adhirieron a la dieta mediterránea antes del estudio, los autores les realizaron cuestionarios de frecuencia alimentaria. «Una vez más, hemos visto que la dieta mediterránea parece compensar la influencia genética», dijo Corella, quien también es científica de la Unidad de Epidemiología Genética y Molecular de la Universidad de Valencia.
«Si la adherencia a la dieta era alta, tener dos copias de la variante del gen no tuvo una influencia significativa en los niveles de glucosa en ayunas. Lo mismo puede decirse de las tres medidas comunes de riesgo de enfermedad cardiovascular: el colesterol total en sangre, las lipoproteínas de baja densidad y los triglicéridos. Por el contrario, estos factores de riesgo fueron considerablemente mayores en los portadores de homocigotos con baja adherencia a la dieta», subraya esta experta.
Los resultados del estudio no se modificaron significativamente mediante el ajuste de las variables que podrían haber afectado los resultados, incluyendo diabetes tipo 2, tipos de índice de masa corporal (IMC) y medicamentos para el corazón y la diabetes. Por ello, los autores señalan que se necesitan más estudios para determinar qué mecanismos pueden estar involucrados en la interacción que observaron y tienen la intención de continuar para extraer los datos de PREDIMED para otras interacciones de la dieta en los genes que pueden estar asociados con un accidente cerebrovascular, así como los ataques al corazón.