Se produce por una lesión en el nervio óptico, provocada normalmente por una tensión ocular demasiado elevada, a su vez consecuencia de la deficiente evacuación de un líquido llamado «humor acuoso». La pérdida de visión comienza por la zona periférica y por eso pasa desapercibida para el paciente hasta que la pérdida empieza a ser mayor.
La única manera de luchar contra ella es detectarla pronto mediante la toma de la tensión ocular en ópticas o clínicas oftalmológicas por parte de profesionales especializados (optometristas u oftalmólogos).
Posteriormente, si la tensión ocular es sospechosa se debe realizar un campo visual y un fondo de ojo para poder realizar un diagnóstico firme. En la primera etapa del glaucoma sí es posible retrasar el progreso de la enfermedad con medicamentos, cirugía láser o una combinación de estos métodos.
Aunque estos tratamientos pueden conservar la vista que queda, no pueden recuperar la visión que se haya perdido, por lo que es fundamental la detección precoz.
Por todo ello, es importante que la toma de tensión ocular entre dentro de la revisión periódica de la vista, especialmente en personas con antecedentes familiares, miopes por encima de 6 dioptrías y población por encima de 40 años. Una prueba rápida y cómoda para el paciente puede salvar años de calidad visual.
Porcentajes
Según una la información publicada por la agencia de noticias Europa Press el 15 de octubre del presente año, y en base a las palabras del director del Instituto Oftalmológico Fernández Vega (Oviedo), el doctor Luis Fernández Vega, existen 500.000 casos diagnosticados en España.
Además, se estima que incide en el 2% en mayores de 40 años y un 3% en la población que sobrepasa los 50. También se informaba de su incidencia diferencial si afecta a cada ojo u a los dos. De este modo, el porcentaje de afección en el primero de los supuestos es del 50%, siendo en el segundo del 22%.
Y es que esta enfermedad tiene unos efectos cuanto menos preocupantes. Según explicaba el propio experto, «Si pasa el tiempo y no se diagnostica de forma precoz esa tensión ocular, se altera cada vez más el nervio óptico. Al final, tras varios años se acaba con visión tubular -como si se mirara a través de un tubo- o se llega a la ceguera».. El glaucoma es una ceguera traicionera. En un abrir y cerrar de ojos, ya se ha desarrollado. Sus efectos son devastadores, por lo que más vale prevenir que curar.