Casi seis de cada diez pacientes con angina de pecho estable (el 58 %) nota una limitación física como consecuencia de la enfermedad y hasta el 25 % sufre una disminución en su calidad de vida desde el diagnóstico.
Así se desprende del registro AVANCE, publicado en la Revista Española de Cardiología (REC), que ha contado con 419 cardiólogos y 2.024 pacientes, y es el primero que se realiza en España sobre la calidad de vida de los enfermos con angina estable. La investigación incluye la percepción de la gravedad de la enfermedad tanto por parte del médico como del paciente, demostrando que no siempre coinciden, porque éste último se muestra «más pesimista».
Así, en una escala de valoración de la gravedad en que 0 es nada grave y 10 muy grave, la puntuación media de los pacientes fue de 4,5 frente al 4,3 de los médicos. Además, el 49,9 % de los afectados valora su patología como moderadamente grave. El trabajo muestra que un 52 % de los enfermos recibe un tratamiento óptimo, aunque existe un alto porcentaje de reincidencia de la angina de pecho. Así, a los ocho meses de haber sido revascularizados, el 60 % de los pacientes vuelve a notar síntomas, debido a que las arterias de pequeño calibre no pueden ser intervenidas de este modo.
La angina de pecho es un dolor torácico que ocurre por una falta de oxígeno en el corazón provocado por un estrechamiento de las arterias, lo que puede inducir la aparición de eventos cardiovasculares en ocasiones fatales. La prevalencia es de entre el 2 % y el 4 %, y aumenta la mortalidad anual entre el 1,2 y el 1,4. Aunque la angina de pecho estable es una forma común de presentación de la cardiopatía isquémica y un problema muy frecuente en el mundo desarrollado, existe «una impresión subjetiva de que se trata de un problema poco relevante», según los expertos.