La cocaína, las pastillas o el cannabis se han convertido en sustancias que caminan cerca de los jóvenes. Muchos confiesan haberlas probado, por el mero hecho de sentirse aceptados. No sentirse «raros» es una de las principales motivaciones que mantienen para consumir, versa el comunicado de FAD.
«Para ser joven hay que consumir», es otra de los apuntes que se desglosan de la información. Es decir, la presión en el consumo no se ejerce desde el grupo de iguales. Son los propios jóvenes los que tienen una visión muy liviana de las drogas. Es más. Consideran que durante la adolescencia es «normal y necesario». De hecho, el 41% de los jóvenes tienen claro que el riesgo es algo «inherente a su edad». Como si fuera una meta que tuvieran que sobrepasar.
Por su parte, los más moderados, un 23,6% consideran que es algo neceario en su edad pero perciben un mayor riesgo a la hora de consumir drogas. Lo sorprendente es que menos de una tercera parte de la juventud española, un 29% es verdaderamente consciente de su peligrosidad mostrándose totalmente opuestos a su ingesta.
Las drogas encaminan al sujeto a una visión distinta de la vivida en el quehacer diario. En su inmensa mayoría, los consumidores optan por esta vía debido a romper con todas las barreras que se encuentran, bien sea en sus casas o centros de estudio. En ellas, se hallan libres.
El grave problema es que dichas barreras, en muchas ocasiones se revisten de inmensos muros como la muerte. Díficiles escollos que solventar cuando por consumirlas se producen accidentes de tráfico o desagradables disgustos como las sobredosis. Según el estudio, para los jóvenes de entre 15 y 24 años esto está más que asumido pero aún así, consideran que el órbito solo se produce en casos «muy determinados», como podría darse tras la ingesta de pastillas.
De sobra son conocidas por la inmensa mayoría de la sociedad, que el problema de las drogas ya no sólo es consumirlas. El efecto a medio-largo plazo es otro de los pilares por los que se lucha desde organismos como FAD. Los jóvenes consideran que «nunca sufrirán» este tipo de daños ya que según ellos, solo se produce cuando existe «hábito o adicción», declinando su percepción hacia lo experimental más que a lo diario.
La necesidad de la integración
El 89% de los jóvenes españoles opina que «no compensa nada o muy poco» el consumo de pastillas, el 87,1% opina lo mismo de la cocaína, el 70,8% del cannabis, el 56,9% del alcohol y el 57,1% del tabaco. Por tanto, con los datos aportados, parece que los jóvenes individualmente no apuestan por estas sustancias. Aunque siempre hay un pero.
No es lo mismo consumir sólo que en grupo. En el informe se detalla que variando esta consideración del consumo «manifiestan otras motivaciones para consumir que influyen tanto o más que la percepción del riesgo». Es decir, «fundamentalmente se trata de la necesidad de sentirse integrados, de sentir que realizan un comportamiento que ven normal a su edad», detalla el estudio.
Por este motivo, desde la FAD se insiste en que «las estrategias preventivas dirigidas exclusivamente a elevar la percepción del riesgo del consumo de drogas no son suficientes ya que en su decisión de consumir o no, los jóvenes ponderan tanto los riesgos como los beneficios teóricamente asociados al consumo».
Las drogas se han convertido en compañeras de recreo. Incluso han llegado a cambiar los hábitos de consumo de muchos adolescentes. La prevención para el control y la erradicación de su consumo, continúa siendo una asignatura pendiente. Desde fundaciones como FAD se sigue caminando en contra de las drogas. ¿Difícil?. Sí, pero no imposible.