El niño con alta autoestima tiene muchas posibilidades de ser un adulto feliz y exitoso; de hecho es el escudo que protege a los niños de los peligros de la vida: drogas, alcohol, delincuencia, etc… Por tanto, las causas y efectos de la autoestima podrían analizarse del siguiente modo.
Es difícil mantener un estrecho contacto con los niños y evitar interesarse por sus sentimientos
Resulta obvio plantearse, pues, si la baja autoestima causa otros problemas en la vida de los niños.
La formación de la autoestima procede de dos elementos: la percepción de uno mismo, en lo que se incluye una visión objetiva de las habilidades, características y cualidades que se poseen y también las que no se poseen; y el ideal de uno mismo, es decir, la imagen de la persona que le gustaría ser.
Cuando estos dos elementos se equiparan o están al mismo nivel, la autoestima es positiva. Por ejemplo, un niño que valora el éxito académico y es un buen estudiante se sentirá bien consigo mismo.
A la inversa, un niño cuyo ideal es ser popular pero en realidad tiene pocos amigos tendrá una baja autoestima.
Por lo tanto, tener alta autoestima es tener una visión «saludable» de sí mismo, alguien que acepta de modo realista sus defectos pero sin tomar una postura excesivamente crítica.
El papel que tienen los padres en el desarrollo de la autoestima
Determinadas actitudes y comportamientos de los padres hacia sus hijos previenen el déficit de autoestima y son determinantes para el desarrollo socioemocional.
Un estudio realizado por un experto en la materia, Stanley Coopersmith, puso de manifiesto que el desarrollo de una autoestima positiva está asociada al ambiente familiar y al comportamiento de los padres.
En el ambiente familiar la intensidad y calidad del afecto deben prevalecer sobre la cantidad del afecto. Un tema que preocupa bastante a las madres es cómo compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos; lógicamente, los padres se cuestionan si el tiempo y la dedicación que ahora ofrecen a sus hijos es suficiente y si eso puede estar perjudicando el bienestar psicológico del menor.
No es tan importante el número de horas que los padres pasan con sus hijos como la actitud y la forma de relacionarse con ellos. Como suele decirse, es mejor la calidad que la cantidad.
Respecto al comportamiento de los padres debe estar basado en el respeto y en un estilo educativo democrático para así hacer posible el desarrollo de una independencia responsable.
Pueden aparecer recetas mágicas en libros y revistas, por ejemplo «qué hacer si su hijo…», que en algunas ocasiones serán adecuadas para corregir un comportamiento concreto, pero si queremos evitar un problema de autoestima debemos insistir en la necesidad de que los padres tengan un comportamiento constante y consistente.
Evidentemente, cada padre tiene su forma particular de establecer límites, normas o reglas y de corregirlas si éstas no se cumplen, también hay diferencias en la relación que establecen con sus hijos: qué tipo de conversaciones mantienen, que nivel de confianza hay entre ellos o que nivel de respeto muestran ante las opiniones que tiene cada uno.
El estilo educativo de los padres que demuestra estar asociado a una alta autoestima de los hijos es el Estilo Democrático.
Los padres que siguen esta premisa no son los típicos protectores que dirigen y corrigen cada movimiento que sus hijos realizan, ni tampoco aquellos que no establecen ningún tipo de normas.
El control que ejercen los padres democráticos es un control moderado. Establecen unas normas, con firmeza corrigen explicando el comportamiento que está mal y las consecuencias de éste a la vez que refuerzan su cumplimiento.
Sus hijos sabrán que sus padres comprenden y les facilitan su apoyo de forma incondicional ante los problemas que puedan aparecer sin miedo a reconocer que han cometido un error.
Las escuelas empiezan a asumir la responsabilidad de enseñar a los niños que son importantes como personas; a menudo emplean pruebas objetivas de autoestima y planes de estudio encaminados a mejorar los propios sentimientos acerca de su valía.