La gingivitis es, como su propio nombre indica, un proceso inflamatorio que afecta a las encías. Como tal, es un proceso reversible, que puede ser reconducido a un estado de normalidad. Su evolución natural, si no es tratada, es hacia la enfermedad periodontal, conocida vulgarmente como piorrea, la cual ya constituye un proceso irreversible, donde existe una pérdida de inserción de dicha encía del substrato biológico al que protege. La gingivitis afecta a un amplio rango de población. Este cuadro normalmente cursa como consecuencia de una higiene bucal deficiente, generalizada o localizada en algún punto de la boca, mantenida durante algunos días. Su causa principal suele ser bacteriológica, siendo el mismo biofilm bacteriano que coloniza la cavidad bucal, su causante.
Una vez cepillados los dientes, la placa bacteriana se reconstituye pasadas las primeras 24 horas, y por lo tanto, la falta de remoción continua del nicho bacteriano conlleva inflamación de la encía por distintos mecanismos. No obstante, existen otras causas que pueden ocasionar esta patología, como son los cambios hormonales, principalmente el embarazo, alteraciones sanguíneas, enfermedades infecciosas, cuadros de depresión del sistema inmune, el consumo de tabaco, o la ingesta de algunos fármacos, como los algunos antihipertensivos o los depresores del sistema inmune. Clínicamente, la gingivitis puede presentar diversos grados. Lo habitual es que curse con enrojecimiento de la encía, hinchazón, tendencia al sangrado con tan solo tocarla o espontáneamente, y dolor, aunque este no siempre está presente. En algunos casos, sobre todo con la ingesta de algunos fármacos, cursa con un agrandamiento gingival que puede llegar incluso a cubrir a uno o varios dientes.
La limpieza basta
Cuando nos encontramos frente a las gingivitis inducidas por placa bacteriana, como suele ser por la presencia de sarro instaurado, la simple limpieza mecánica es suficiente para revertir esta patología. Esta limpieza deberá ser llevada a cabo por un profesional adiestrado, mediante el instrumental adecuado, como son los ultrasonidos. Cuando nos encontramos frente a cuadros muy incipientes, el mismo paciente podrá solucionar el problema mediante un exhaustivo y continuado cepillado de sus dientes. Esta limpieza deberá hacerse con un cepillo suave o medio, aplicando una presión suave, de unos 25 gramos, que equivale a sujetar el cepillo entre dos dedos, y aplicar diversos movimientos dirigidos a la base de la encía, en su contacto al diente. El uso de hilo dental es además necesario como medio complementario para retirar restos de comida que pudiesen quedar entre los dientes, que tras algún breve tiempo generarán una intensa inflamación de la zona. Normalmente, tras este sencillo tratamiento, la encía recuperará su aspecto saludable en un par de días, revertiéndose todo signo de patología. Es interesante resaltar que la presencia de sangrado al cepillado, lejos de asustar al paciente, debe ser un elemento indicativo de que se requieren más esfuerzos de cepillado en esa región. Constituye un círculo cerrado que el paciente solo vencerá si persiste en el cepillado. Tras unos días de cepillado, el sangrado desaparecerá, como consecuencia de la eliminación de la inflamación por dicho cepillado. Si por el contrario, la gingivitis no está inducida por la presencia de placa bacteriana,
este tratamiento, bien sea ejecutado por el profesional o bien consista en el exhaustivo cepillado por parte del paciente, si bien será
paliativo en los síntomas, no conseguirá solucionar el problema, y el profesional deberá dirigir sus esfuerzos hacia la búsqueda de alguna
otra patología de base que el paciente pudiese tener, y que se expresa en primera instancia en el territorio oral.