La epilepsia, con su manifestación más conocida en forma de crisis convulsiva tónico-clónica, ha llamado la atención en todas las sociedades desde antiguo. Hoy en día, gracias a los avances constantes en investigación en neurociencia, hemos podido definir sus diferentes formas de manifestarse y y un gran número de fármacos y tratamientos quirúrgicos han conseguido erradicar en parte el estigma que suponía el padecer esta enfermedad.
La epilepsia es un conjunto de enfermedades crónicas en las que hay una recurrencia de crisis epilépticas que no son provocadas y que generalmente ocurren de forma impredecible. Una crisis epiléptica es una descarga eléctrica anormal de la corteza cerebral que puede ser registrada mediante una prueba denominada electroencefalografía.
Existen muchísimas formas de crisis epilépticas, que reciben distintos nombres:
1. Parciales si la irritación cortical cerebral ocurre en un área cerebral concreta o generalizadas, si dicha irritación ocurre en toda la superficie cerebral.
2. Complejas si existe alteración del nivel de conciencia o simples, si la conciencia se conserva intacta durante la crisis.
3. Sensitivas, motoras, auditivas, visuales… según que se manifiesten con alteraciones de dichas esferas.
¿Qué son crisis convulsivas y qué no son crisis convulsivas?
Siempre que una persona presenta un episodio de pérdida de conciencia existen varios cuadros clínicos que pueden confundir con una crisis convulsiva. El principal cuadro clínico a descartar es el síncope. El síncope es una pérdida de conciencia transitoria acompañada de una pérdida del tono muscular que resulta de una reducción global reversible del flujo sanguíneo cerebral.
Existen muchas causas de síncope:
1) Neurocardiogénicas (vasovagal, síndrome del seno carotídeo, miccional, por la tos o por maniobras de Valsalva).
2) Vasomotoras (a causa de medicaciones, cambios posturales, neuropatías periféricas o autonómicas, enfermedad periférica vascular).
3) Cardíacas (taquiarritmias, asistolia y parada cardiaca, fallo miocárdico).
Además del síncope, con todas sus variantes como hemos repasado, hay otros cuadros clínicos que se pueden confundir con las crisis convulsivas. Estos cuadros son: vértigos episódicos, «drop attacks», ataques isquémicos transitorios, hipoglucemia, ataques de pánico, crisis psicógenas, trastornos del sueño…
Como hemos visto, hay muchos cuadros que se pueden confundir con crisis epilépticas, de ahí la importancia de ponerse en manos del especialista para realizar un correcto diagnóstico y tratamiento de la causa que lo produce.
Tipos de epilepsia y su tratamiento
La epilepsia puede acontecer a cualquier edad, desde la infancia a la senectud. En la infancia los principales tipos son el síndrome de West, caracterizado por espasmos flexores o extensores que incluyen cabeza, tronco y extremidades simultáneamente, con un trazado típico en el electroencefalograma (EEG) denominado hipsarritmia. El tratamiento de elección es la prednisona o la ACTH. Otro cuadro es la Epilepsia de Ausencias en la infancia (Petit Mal). En ella, el joven entre 4 y 12 años sufre cientos de episodios durante el día de desconexiones del medio o ausencias, con un trazado típico en el EEG de descargas puntas-onda a 3 Hz. El ácido valproico o la etosuximida es el tratamiento de elección.
El síndrome de Lennox Gastaut es un grupo heterogéneo de encefalopatías caracterizadas por retraso mental, crisis no controladas y un trazado en EEG distintivo. Para este tipo de crisis no existe un tratamiento farmacológico definido.
Otra entidad es la epilepsia mioclónica juvenil que suelen ocurrir entre jóvenes de 8 a 20 años de edad. Se caracteriza por sacudidas mioclónicas matinales, crisis generalizadas tónico-clónicas que ocurren justo después de despertarse, inteligencia normal, una historia familiar de similares ataques y un EEG que muestra puntas a 4-6 Hz generalizadas y múltiples polipuntas en el EEG. El tratamiento de elección es el ácido valproico.
Otros tipos de epilepsia son: epilepsias del lóbulo temporal, epilepsia del lóbulo frontal, postraumáticas que ocurren tras TCE.
Tratamiento farmacológico
El tratamiento de la epilepsia tiene tres objetivos: eliminar las crisis o reducir su número al mínimo posible, evitar los efectos secundarios debido al uso durante largo tiempo de la medicación antiepiléptica y ayudar al paciente en el desarrollo de una vida lo más normal posible desde el punto de vista psicosocial y laboral. Disponemos en la actualidad de un gran número de fármacos con diferentes mecanismos de acción (fenitoína, carbamacepina, valproato, lamotrigina…). De todos los pacientes con epilepsia, un 60-70% desarrollan un control satisfactorio de las crisis con el tratamiento farmacológico antiepiléptico adecuado, pero menos de un 50% tienen un control adecuado de las crisis sin presentar efectos secundarios.
Tratamiento quirúrgico
El papel de la cirugía en el tratamiento de la epilepsia se presenta en aquellos pacientes con crisis epilépticas incontroladas con el adecuado tratamiento farmacológico y cuando estas crisis alteran la calidad de vida del paciente. Técnicas empleadas son la resección anterior del lóbulo temporal, lesionectomías, callosotomías, hemisferectomías u otros procedimientos como la estimulación del nervio vago.
Como corolario, Antonio Damasio, neurólogo portugués (Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2005) nos propone esta reflexión sobre lo admirable del funcionamiento del sistema nervioso:»Ni la angustia ni la exaltación que el amor o el arte pueden proporcionar resultan devaluadas al conocer algunos de los innumerables procesos biológicos que los hacen tal como son. Precisamente debería ser al revés: nuestra capacidad de maravillarnos debería aumentar ante los intrincados mecanismos que hacen que tal magia sea posible. Los sentimientos forman la base de lo que los seres humanos han descrito durante milenios como el alma o el espíritu humano».
*Antonio Huete Allut es doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada, y especialista en Neurología y Neurocirugía.