A menudo oímos hablar de los beneficios del ácido graso omega 3. Pero por norma general, desconocemos los diferentes tipos de ácidos que pertenecen a este mismo grupo de grasas, y sus importantes beneficios para nuestro organismo. Entre ellos encontramos el ácido eicosapentaenoico, también conocido por su abreviación (EPA).
¿Qué es el EPA o ácido eicosapentaenoico?
El ácido eicosapentaenoico es un ácido poliinsaturado no esencial, ya que el cuerpo puede sintetizar EPA a partir del ácido linolénico (omega 3).
El EPA tiene una estructura formada por una cadena de 20 átomos de carbono que contiene 5 dobles enlaces y se presenta como C20:5. A partir de este ácido graso, el cuerpo puede sintetizar otro ácido graso poliinsaturado de cadena aún más larga, el conocido como ácido docosahexaenoico o DHA (C22:6).
¿Cómo obtener EPA o ácido eicosapentaenoico?
Para poder beneficiarnos de todas estas propiedades, podemos realizar una ingesta de EPA de forma directa, a través del alimento o con una suplementación.
Los alimentos en los que se encuentran las mayores cantidades de ácido eicosapentaenoico son:
-Pescados azules:
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Salmón.
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Atún blanco.
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Trucha.
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Caballa.
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Sardinas.
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Arenques.
-Aceites de pescado
-Bebidas de soja, huevos, lácteos, aceites vegetales y otros productos enriquecidos con omega 3
¿Qué cantidad de ácido eicosapentaenoico se debe tomar al día?
En cuanto a la cantidad de EPA recomendada, los especialistas hablan de unos 200-250 mg/día, aunque en mujeres embarazadas y lactantes esta cantidad aconsejada se duplica.
El problema es que debido a nuestro rápido modo de vida y las carencias de estos alimentos en nuestra dieta diaria, a menudo no cumplimos con este requerimiento ni con la mínima cantidad aconsejada. Una forma de poder beneficiarnos de las propiedades de los ácidos grasos omega 3 y de EPA, casi sin darnos cuenta y de una forma muy económica y natural es consumiendo aceite de pescado. Por ejemplo, una cucharada del aceite de hígado de bacalao de la marca Möller’s contiene 1,2 g de ácidos grasos omega-3 naturales, además de vitaminas A, D y E.
Los ácidos grasos DHA y EPA ayudan al funcionamiento normal del cerebro, del corazón y mantenimiento de la visión. Mientras que la vitamina D contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y al mantenimiento de los huesos y los dientes; la vitamina A contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y al mantenimiento de la visión en condiciones normales y la vitamina E protege las células frente al daño oxidativo. Además, la ingesta materna de estos ácidos grasos contribuye al desarrollo normal de los ojos y el cerebro del feto y el lactante alimentado con leche materna.
Propiedades del EPA
El organismo necesita el ácido graso eicosapentaenoico para sintetizar unas sustancias llamadas eicosanoides, como las prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos.
Necesitamos todos los eicosanoides para que nuestro sistema inmunitario funcione de forma correcta. Ya que entre otras cosas, estas sustancias intervienen en los sistemas de inflamación, coagulación sanguínea y salud cardiovascular.
Aunque no todos los eicosanoides tienen el mismo efecto en el organismo. Los que sintetizamos a partir del EPA son de la serie 3, y tienen las siguientes propiedades:
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Reguladores de la inflamación.
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Vasodilatadores.
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Antiagregantes plaquetarios en el organismo.
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Refuerzan la inmunidad, al aislar células como los leucocitos, macrófagos y linfocitos.
¿En qué casos se indica el consumo de ácido eicosapentaenoico EPA?
El EPA está especialmente indicado en casos de:
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Enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn, colitis, ulcerosa, colón irritable, etc).
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Enfermedades de la piel (dermatitis, psoriasis, eczemas, etc).
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Enfermedades relacionadas con el sistema nervioso (depresión, dolor de cabeza, migraña, déficit de atención, Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple…).
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Sobrepeso, obesidad, mala circulación, colesterol.
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Enfermedades coronarias y cardiovasculares (o riesgo de sufrirlas). Entre ellas trombosis, infarto de miocardio, arteriosclerosis.