A pesar de ello, la sociedad en general sigue relacionando la vejez y los mayores con la enfermedad, la dependencia y la falta de productividad, en muchas ocasiones haciendo caso omiso de su experiencia y su sabiduría.
El envejecimiento activo debe considerarse un objetivo primordial tanto por la sociedad como por los responsables políticos, intentando mejorar la autonomía, la salud y la productividad de los mayores.
La sociedad debe apoyar una “cultura del envejecimiento activo y saludable” que permita que los mayores:
• Sufran menos por las discapacidades relacionadas con las enfermedades crónicas.
• Necesiten una atención sanitaria y social menor.
• No padezcan situaciones de soledad, manteniendo su independencia y una buena calidad de vida.
• Sigan participando en el ámbito económico, social, cultural y político, tanto a través de trabajos remunerados como de colaboraciones sin remunerar.
Este apoyo debe proporcionarse en las áreas de sanidad, economía, trabajo, educación, justicia, vivienda y transporte.
Las encuestas realizadas para conocer a qué dedican el tiempo los mayores indican que, además del tiempo dedicado a dormir y al cuidado de la salud, unas 12 horas diarias, cerca del 97% ve la televisión, un 71% escucha la radio y no llega al 10% los que se dedican a leer con frecuencia, (en esta cifra puede incidir el nivel cultural y los problemas visuales de muchas personas mayores).
El 70% suele pasear e ir a comprar, hasta un 43% realiza alguna actividad turística después de la jubilación y entre un 20% y un 30% aproximadamente, participa en alguna asociación, en actividades culturales, asiste a cursos de manualidades o hace deporte. Pero lo que hay que destacar es que el porcentaje de mayores que querrían realizar estas actividades, sobre todo ejercicio físico, ir a pasear o de compras, acudir a sociedades recreativas o leer el periódico, es aún mayor. Incluso hasta un 40% está interesado en mantener una actividad laboral o transmitir sus conocimientos a personas más jóvenes.
Los cambios que acompañan al envejecimiento progresan gradualmente y las diferencias individuales son significativas. Por ejemplo, el rendimiento físico de una persona de 70 años de edad que se mantiene en forma puede ser similar al de una persona de 30 años que no se mantiene en forma.
Durante el proceso de envejecimiento capacidades intelectuales como el tiempo de reacción, la velocidad de aprendizaje y la memoria, disminuyen de forma natural. Sin embargo, esto puede compensarse con un incremento de la sabiduría, de los conocimientos y de la experiencia. Es más frecuente que la falta de actividad práctica, la falta de motivación y de confianza, el aislamiento y la depresión, sean causa de la disminución del rendimiento cognitivo que el envejecimiento en sí mismo.
Los mayores son más vulnerables que el resto de la población, debido a la edad, a las enfermedades crónicas ya las discapacidades que sufren. Por lo tanto, el reto que se debe plantear nuestra sociedad es mantener una vejez activa y saludable en la medida de lo posible y, sobre todo, una calidad de vida aceptable.
Para desarrollar un envejecimiento positivo, la sociedad debe proporcionar a los mayores oportunidades para que puedan ser independientes, para que gocen de buena salud y para que sean productivos. Asimismo es importante que disfruten de una mayor seguridad y comodidad, fomentando el bienestar y creando entornos ambientales más propicios y favorables. Hay que pensar más en capacitar que en discapacitar, considerando a los mayores como participantes y contribuyentes activos de la sociedad.
Es importante detectar lo antes posible la pérdida de autonomía y establecer las medidas necesarias para que las personas mayores mantengan la mayor independencia posible, incluso recurriendo a programas de telemedicina y teleasistencia.
Como razones de peso para fomentar el envejecimiento activo nos encontramos con un menor coste de los servicios sociosanitarios y médicos, una mejora de la interacción social y mejor salud física, mental y psicológica.
Asimismo, una de las medidas que se deben llevar a cabo es la aproximación de los medios de comunicación a los mayores, que proporcione a la sociedad una imagen positiva del envejecimiento activo y saludable y que divulgue y popularice el término “envejecimiento activo” a través de debates políticos, en foros públicos y en los mismos medios de comunicación. Además se debería fomentar la investigación en este campo, implicando a las personas mayores en calidad tanto de asesores como de investigadores.