A este respecto, el jefe del Servicio de Metabolismo Oseo y Mineral del Hospital Universitario Central de Asturias, Jorge Cannata, ha enfatizado que en los últimos años se ha producido una mejora en la investigación de este tipo de enfermedades, lo que ha llevado a «un mayor conocimiento sobre su naturaleza e implicaciones».
De este modo, los pacientes que reciben tratamiento renal sustitutivo con diálisis o trasplantes han ido recibiendo progresivamente un mejor tratamiento. Cuando la evolución de la enfermedad es rápida, el paciente llega a tratamiento renal sustitutivo con menos alteraciones del metabolismo óseo y mineral. En cambio, cuando la evolución es más lenta, se produce un deterioro progresivo más marcado y el propio desequilibrio provocado por la insuficiencia renal y la acumulación progresiva de factores de riesgo aumentan el desarrollo de complicaciones, de ellas las de mayor repercusión clínica son las cardiovasculares.
Las calcificaciones vasculares, el sufrimiento cardiaco y las alteraciones en el aparato locomotor son algunos de los daños que provocan las alteraciones óseas y que afectan de manera considerable a la calidad de vida de las personas que las sufren. En este sentido, los tratamientos descubiertos y puestos en marcha recientemente suponen una esperanza para la mejora de la calidad de vida de los pacientes, y podría reducir muchas de las alteraciones que se derivan de esta enfermedad.
Entre estas terapias, el doctor Cannata ha destacado los activadores del receptor de la Vitamina D y calcimiméticos, cuya combinación permite mejorar el funcionamiento de las glándulas paratiroides a la vez que tener «un mejor impacto sobre el aparato cardiovascular».
Por otro lado, este experto también ha destacado la existencia de una nueva generación de productos que se utilizan para evitar la absorción de fósforo en el tubo digestivo, dado que es «un potente estimulo para el crecimiento de las glándulas paratiroides y para la producción de calcificaciones vasculares».