Las actuaciones programadas y llevadas a cabo por los agentes de control sanitario oficial, así como la necesaria implicación de los profesionales del sector, como principales responsables de la seguridad alimentaria de los productos servidos a los consumidores, es esencial para prevenir la aparición de este tipo de enfermedades.
Particularmente en lo que podemos denominar «restauración social» (guarderías, hospitales, residencias y colegios) y cuyos destinatarios son niños, ancianos y enfermos, se debe prestar una especial atención y vigilancia debido a la alta susceptibilidad de este sector de la población a los efectos de las enfermedades de origen alimentario.
No obstante y de forma general la prevención es fácil, y se logra incrementando la vigilancia sobre las medidas de higiene tanto personales, como sobre las instalaciones y procesos de elaboración, y prestando especial cuidado a aspectos relacionados con el mantenimiento de la cadena de frío de los alimentos. Cocinar adecuadamente los alimentos, mantenerlos a temperaturas adecuadas una vez cocinados, evitar el contacto entre alimentos cocinados y las materias primas, así como vigilar el adecuado estado de mantenimiento de los equipos y útiles de cocina, entre otros, se convierten en requisitos fundamentales para evitar la aparición de brotes de enfermedades transmitidas por alimentos. A pesar de ello, en ocasiones las medidas preventivas no consiguen ser del todo eficaces y se originan brotes de enfermedad, por lo que se hace necesario aún más en verano, recordar especialmente a los manipuladores de alimentos que trabajan a diario en los establecimientos públicos de restauración, la importancia de aplicar unas correctas prácticas de elaboración e higiene de los alimentos.