«A pesar de los avances existentes en el tratamiento del dolor y de las guías terapéuticas, más de la mitad de los pacientes reciben un tratamiento inadecuado para su dolor» asegura Jaime Feliu, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario La Paz, de Madrid. Estas cifras varían considerablemente dependiendo del tipo de tumor y del estadio de la enfermedad, siendo en las fases terminales de la enfermedad, por ejemplo, el setenta y cinco por cien de los pacientes padece dolor.
«El enfoque del tratamiento del dolor en el paciente con cáncer debe considerarse conjuntamente con la patología oncológica que padece, así como con los demás síntomas y su repercusión en la calidad de vida y en la esfera psicológica, social y laboral. Es decir, hay que realizar un abordaje integral del paciente con cáncer«, afirma el experto.
En este sentido, considera que «el tratamiento tiene que individualizarse en función de las características del paciente y del dolor, siendo necesaria una evaluación frecuente de su evolución para ir ajustando el tratamiento en función de la repuesta y los efectos secundarios».
Según las circunstancias de cada persona, el tratamiento antiálgico puede ir desde la administración de anti-inflamatorios, opioides menores, mayores con o sin fármacos coadyuvantes, hasta la utilización de técnicas intervencionistas en los casos refractarios. En cualquier caso, explica, para controlar el dolor de forma adecuada es necesario comprender sus mecanismos y seleccionar de la manera más conveniente las distintas modalidades de tratamiento, por eso la formación en estos aspecto es un elemento imprescindible.