La cirugía puede resolver hasta el 80 por ciento de los casos de hiperhidrosis, una enfermedad que afecta a medio millón de españoles y que provoca el incremento de la sudoración en las palmas de las manos, plantas de los pies, axilas y cara, explica la jefa de la Unidad de Hiperhidrosis del centro hospitalario USP San Camilo, la doctora Olga Rodríguez.
Esta sudoración, que tiene una implicación más social que médica afecta gravemente a la vida de, al menos, 350.000 pacientes que ven afectadas sus relaciones diarias, tanto sociales como laborales. Según la doctora Rodríguez, las personas afectadas no recurren a la consulta del médico por pudor, mientras que se agrava el impacto de la enfermedad en la calidad de vida: disminución de las actividades diarias y limitación en el desempeño laboral, menor relación con otras personas, disminución de la autoestima, episodios depresivos.
La causa es desconocida aunque se sabe que tienen relación con la estimulación del sistema nervioso autónomo, en concreto del nervio simpático, cuyas fibras discurren a ambos lados de la columna vertebral. De esta manera, se produce una secreción de sudor mayor a la necesaria para regular la temperatura corporal, de modo que «sudan en los mismos momentos que el resto pero de una manera exagerada y, claro, se nota mucho más en momentos de estrés o de calor».
No hay un perfil claro, ya que «afecta por igual a hombres y a mujeres, «suele comenzar durante la adolescencia, aunque es entre los 20 y los 40 años cuando más casos se ven»; y es nivel axila y palmar lo que más preocupa a estos pacientes, y el principal motivo de las cirugías. No obstante, dependiendo de la gravedad, se puede recurrir a una serie de medidas escalonadas. La primera serían los antisudorales, que son productos que inhiben la sudoración a diferencia de los desodorantes, que tratan de minimizar el olor; también se suelen utilizar medicamentos anticolinérgicos, aunque está en desuso porque puede afectar a procesos como la salivación.
También algunos pacientes recurren a la iontoforesis, una técnica que consiste en inyectar en la piel sustancias a partir de una corriente eléctrica que pasa, a través del agua desde un polo eléctrico a la piel; y en los últimos años se ha puesto de moda la inyección de toxina botulínica, aunque Rodríguez explica que esta técnica es muy dolorosa para el pacientes y su duración limitada.
Nueva técnica
La técnica implantada por la doctora Rodríguez y su equipo consiste en interrumpir las fibras nerviosas del nervio simpático mediante simpaticolisis o simpaticotomía (las fibras nerviosas se cortan) o mediante la colocación de un clip metálico sobre las fibras nerviosas. La intervención se lleva a cabo bajo anestesia general, mediante toracoscopia, con una o dos incisiones de 1 a 2 centímetros a nivel axilar, a través de las cuales se introducen en la cavidad torácica una cámara y el material necesario para realizar la técnica.
El procedimiento se lleva a cabo de forma secuencial en ambos lados del cuerpo, derecho e izquierdo. Generalmente, el paciente sale de quirófano sin drenajes y el tiempo de ingreso hospitalario suele ser de 24 horas, «aunque en dos o tres horas se podría ir a su casa». «Cuando el paciente llega a la consulta es porque ha probado de todo, suelen ser derivados de Dermatología y hay casos muy dramáticos y en situación bastante desesperada, incluso pacientes que han tenido que dejar de trabajar por el problema de sudoración», explica.
Aunque admite que la técnica aún no es muy conocida en lo que a su evolución se refiere, ya que «está instaurada desde hace más de 15 años», por el momento, afirma, «todo apunta a que se trata de una solución definitiva». El único inconveniente que se conoce es que tiene una pequeña hiperhidrosis compensatoria en los pies pero que no afecta a la vida normal de paciente.