Como un tsunami, hace un par de décadas que las prácticas de conocimiento sensorial así como la curación natural, se han asentado en una sociedad principalmente occidental preocupada como nunca por su estado físico. El masaje, en sus distintas y variadas ramas, ha sido uno de los cauces más demandados para una masa que sufre de estrés laboral o dolores óseos, como resultado de el ritmo frenético al que se mueve.
Y es que los efectos relajantes que genera son de lo más variados y gratificantes. Mejora de la circulación sanguínea, permitiendo un aumento de riego al cerebro, liberación de calambres musculares así como un desarrollo que ahonda en la flexibilidad de las articulaciones, son sólo algunos de sus beneficios prácticos.
La forma de llevarlo a cabo, o más bien, las técnicas en las que se apoya todo el abanico de posibilidades del masaje, componen una amplia variabilidad. La fricción, presión dactilar acompañada del deslizamiento, son herramientas usadas en todas sus vertientes. Aunque existen algunas prácticas como el shiatsu, la acupresión o reflexología, que van más allá permitiendo una mejoría corporal testada.
Existen discrepancias entre el origen del vocablo. Según distintos la enciclopedia Espasa (edición de 1990), la palabra masaje deriva de la raíz hebrea massech, aunque en otros manuales consultados establecen que su origen procede de los griegos, concretamente del vocablo massien. Aunque de norte a sur, de este a oeste del planeta, esta práctica ha sido utilizada en sus distintas vertientes, como una fructífera llave para evitar ciertos males.
Hacia el
Principales técnicas
El shiatsu, técnica de origen japonés, cuyo principal aporte es combatir el desequilibrio entre espíritu y cuerpo. Reestablece el equilibrio de la llamada energía vital, ejerciendo presión sobre los distintos puntos o meridianos por los que transcurre. Considera que el cuerpo humano está dividido en 660 zonas (tsubo, en japonés), en las que dependiendo del área a tratar, se establece una fricción de entre 5 y 7 segundos.
Esto produce una estimulación en la nutrición dérmica así como un mejor fluir de la circulación sanguínea. Además, elimina la rigidez muscular al difundir el ácido láctico y el dióxido de carbono que corporiza a los músculos. Esto incide de forma positiva en la progresiva regulación de las glándulas endocrinas, así como en el buen funcionamiento de los órganos internos.
Por otra parte, se encuentra la citada reflexología o terapia zonal. Su concepto básico establece que tanto en los pies como en las manos existen zonas reflejas correspondidas con todos y cada uno de los órganos corporales. Divide al organismo en diez partes (de la cabeza a los pies), teniendo cada una de éstas un reflejo tanto en las manos como en los pies. Éstos últimos, son parte esencial de este concepto paliativo. Si al ejercer presión sobre un punto del mismo, una parte se repercute, dicha zona se establece como la parte dolorida a tratar.
Y por último, la acupresión. Ésta se lleva a cabo ejerciendo una presión dactilar sobre los puntos de acupuntura. El objetivo es permitir fluir a las energías que circulan por todo el organismo para no congestionar puntos en los que se manifiesta el dolor. También conocida como digitopuntura, se ha asentado como una de las herramientas más demandas junto a la propia acupuntura para erradicar problemas de peso, por ejemplo. Con la práctica, la sensibilidad de las partes afectadas será mucho mayor, lo que se entiende como desentumecimiento.
Existen otras tantas formas de masaje, en su mayoría de procedencia china o japonesa, que se postulan como cauces más que viables para tratar distintos cuadros. Paliar cánceres mediante el masaje, claro está que no debe ser su único mecanismo. Pero existen muchas dolencias, en las que las distintas prácticas, producen cuanto menos una mejoría progresiva para el buen funcionamiento del organismo.