El doctor Manuel Gurpegui Fernández de Legaria, catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad de Granada, formado en las universidades de Navarra y Columbia (EEUU), lidera un equipo en la Facultad de Medicina que, en la actualidad, está abordando diversas líneas de investigación sobre la materia.
Su visión sobre el correcto reparto de tiempo entre el ocio y el trabajo es muy reveladora, sobre todo ante patologías -o presuntas patologías- que están de actualidad, como el llamado síndrome posvacacional.
Para Gurpegui, el volver al trabajo después de unas vacaciones, o incluso de un fin de semana de descanso, no tiene por qué suponer estrés alguno, si se realizar el correcto esfuerzo adaptativo. «A todos, o a casi todos, nos gusta mucho más descansar que trabajar, y ahí que hacer un esfuerzo para volver, pero de ahí a llamarlo síndrome o magnificar esta situación, me parece que es exagerar un poco».
Revelador
El llamado síndrome posvacacional puede ser consecuencia de otros problemas laborales del individuo que dice parecerlo. Según el doctor Gurpegui, «alguien puede desear no volver al trabajo porque tenga una sobrecarga, conflictos laborales con sus superiores o compañeros, o porque su entorno de trabajo sea particularmente desagradable.
Para estas personas, volver al trabajo puede ser un retorno a la sala de torturas, pero los factores que provocan estos problemas son anexos al trabajo, no el trabajo en sí». De este modo, el presunto síndrome posvacacional no tiene que ver con la vuelta al trabajo, sino que revela otros problemas de relación o de comportamiento del trabajador.
En este sentido, el doctor Gurpegui destaca «la importancia del olvido». Es decir, que el volver al trabajo y no recordar de manera automática determinados procedimientos o lugares dónde están las cosas es un buen síntoma, ya que significa que se ha desconectado del trabajo y sus rutinas.
Afirma Gurpegui que «quienes verdaderamente aprovechan las vacaciones y nunca sienten el estrés de la vuelta son quienes las disfrutan de verdad. Para los adictos al trabajo, el tiempo de descanso es una etapa de infelicidad, y por eso se llevan carpetas o el ordenador al lugar de vacaciones, convirtiéndose en un tormento para sus familias».
Sin ataduras
Por ello, el catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad de Granada defiende el irse de vacaciones de forma relajada, sin convertirlas en «una competición». Y es que en el extremo contrario están quienes han convertido sus vacaciones en un periodo aún más estresante que el resto del año, alterando horarios y programando viajes que no sirven precisamente para descansar, a fin de presumir a la vuelta ante amigos y compañeros de trabajo de sus posibilidades económicas o sus contactos, y, por supuesto, disimulando las dificultades inherentes a cualquier periplo.
Gurpegui afirma que «las vacaciones deben planificarse con libertad interior, manteniéndose al margen de dictados sociales o modas, con el único fin de descansar y disfrutar de la familia y los amigos, realizando actividades relajantes que habitualmente no podemos realizar precisamente por la carga de trabajo que soportamos».
La siguiente pregunta está clara: ¿dónde pasa usted las vacaciones? Gurpegui da su particular receta: «Por Navarra, recorriendo los montes, en compañía de mi familia». Sin duda, una opción muy relajante.