Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el humo del tabaco hay unos 4.000 productos químicos conocidos, de los cuales se sabe que 250 son nocivos y más de 50 son cancerígenos para el ser humano. Entre ellos está la nicotina, que genera adicción y acelera el ritmo cardíaco; el alquitrán, que se va acumulando en el sistema respiratorio; y el monóxido de carbono, que desplaza al oxígeno en la sangre. Por todos sus componentes nocivos, el tabaco resulta muy perjudicial para la salud y puede incluso causar la muerte.
Efectos nocivos del tabaco en la salud
Según la ‘American Cancer Society’ y el Ministerio de Sanidad español, el tabaco tiene los siguientes efectos nocivos sobre el organismo:
- Cáncer: fumar aumenta el riesgo de padecer cáncer y no únicamente en el pulmón, sino en casi todas las partes del cuerpo: boca, laringe, faringe, esófago, tráquea, riñón, cuello uterino, hígado, vejiga, páncreas, estómago, colon y recto. También puede causar leucemia.
- Accidente cerebrovascular: el tabaco es una de las principales causas de accidente cerebrovascular o ictus, pues afecta a los vasos del cerebro, que se pueden bloquear o sufrir una hemorragia.
- Enfermedades respiratorias: fumar daña los pulmones y las vías respiratorias, lo que puede causar EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). La EPOC es una enfermedad crónica inflamatoria caracterizada por la obstrucción del aire. Esta obstrucción principalmente se debe a dos tipos de lesiones, enfisema o bronquitis crónica, y causa dificultad para respirar y hacer ejercicio, entre otras cosas. Fumar también aumenta el riesgo de padecer asma y puede agravar esta dolencia y otras enfermedades respiratorias como la pulmonía
- Enfermedades cardiovasculares: fumar es un factor de riesgo de la aparición de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, el infarto de miocardio, la enfermedad arterial periférica (estrechamiento de las arterias) y la angina de pecho. Además aumenta la probabilidad de que se coagule la sangre. Incluso las personas que fuman poco tienen más probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares que los no fumadores.
- Enfermedades oculares: la reducción del flujo de sangre a los ojos ocasionada por el hábito de fumar se asocia a enfermedades oculares graves como las cataratas o la degeneración macular.
- Debilita el sistema inmunitario: el tabaco debilita el sistema inmunitario, provocando que al cuerpo le resulte más complicado luchar contra las infecciones. Además también causa trastornos autoinmunitarios como la artritis reumatoide.
- Aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Asimismo, las personas fumadoras con diabetes pueden tener más dificultades para regular la insulina, lo que puede empeorar los síntomas.
- Afecta a la piel y la dentadura: fumar acelera el envejecimiento de la piel y puede provocar la aparición de manchas. En cuanto a la boca, el tabaco amarillea los dientes y causa mal aliento, además de aumentar el riesgo de desarrollar enfermedad periodontal
- Debilita los músculos y el sistema óseo: el monóxido de carbono del tabaco desplaza en la sangre al oxígeno, dificultando la oxigenación de los músculos y provocando que éstos se cansen más. Asimismo, disminuye la densidad ósea, lo que aumenta las probabilidades de sufrir fracturas.
- Disminuye el sentido del olfato y el gusto.
Hay que tener en cuenta que el humo del tabaco no sólo afecta a las personas que lo consumen sino también a las que hay a su alrededor, que se convierten en fumadores pasivos.
Efectos del tabaco en la reproducción
El tabaco puede afectar a la vida sexual y el sistema reproductor tanto femenino como masculino. En los hombres, el daño en las arterias y la alteración del flujo de sangre provocados por el tabaco puede ocasionar disfunción eréctil. Además, los componentes tóxicos del tabaco provocan que el esperma de los fumadores tenga menor concentración de espermatozoides y menor movilidad, lo que puede causar infertilidad.
En cuanto a las mujeres, las fumadoras tienen mayor riesgo de sufrir un embarazo ectópico o tener problemas para concebir. Asimismo, fumar durante el embarazo aumenta el riesgo de tener un sangrado anormal, sufrir un aborto o tener un parto prematuro. En cuanto a los bebés, a consecuencia del tabaco consumido por sus madres durante la gestación, pueden nacer con bajo peso o malformaciones congénitas, sufrir infecciones respiratorias, fallecer por muerte súbita del lactante o sufrir daños en los pulmones y el cerebro en desarrollo.
Dejar de fumar reduce los riesgos
Aunque algunos daños provocados por el tabaco no se pueden revertir, dejar de fumar tiene una serie de efectos muy positivos para la salud. De hecho, tras unos meses sin fumar se comienza a recuperar la función pulmonar y, tras varios años, se reduce el riesgo de padecer cáncer, enfermedades coronarias y otras afecciones derivadas del tabaco. Por ello siempre es un buen momento para abandonar el tabaco.
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