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Ducharse por la mañana o por la noche 

Una gran parte de la población tiene como punto inamovible dentro de su rutina darse una ducha diaria. Te reconocerás seguro como fiel seguidor de esta práctica, sobre todo por higiene, pero dependiendo del momento del día en que decidamos darnos la ducha, podemos aprovecharla para sacar de ella otros beneficios.

Ducharse por la mañana:

Si te cuesta levantarte por la mañana, si separarte de tu colchón es para ti el peor momento del día, si ni siquiera el desagradable sonido del despertador consigue hacer que abandones los brazos de Morfeo, ducharte por la mañana puede ser tu mejor opción.

¿Por qué? El agua a una temperatura moderada, puede hacer que nos recuperemos más rápidamente de la llamada “inercia del sueño”, que no es otra cosa que esta característica sensación de aturdimiento que nos acompaña cuando nos despertamos. Darse una ducha por la mañana enfría las extremidades provocando una vasoconstricción, que hace que nos recuperemos antes de esta sensación de adormecimiento de la que a muchos nos cuesta desprendernos.

Además una ducha por la mañana nos llena de energía, ayuda a ponernos en marcha, empezando así el día positivos y con vitalidad.

Ducharse por la noche:

Si tienes una actividad laboral, en la que el nivel de exigencia física es alto, quizás elijas el momento antes de ir a la cama a dormir como ideal para tomar una buena ducha. Ducharse por la noche, no solo es idóneo para limpiarnos de las toxinas y suciedad que hemos acumulado a lo largo del día, sino que además, el agua caliente produce un efecto sedante que libera la tensión y sirve para eliminar el cansancio físico y psíquico.

También después de una ducha, a todos nos invade una sensación de bienestar, gracias a la higiene profunda que proporciona. Puede decirse que no existe nada más placentero que ponernos alguna ropa cómoda después de ducharnos, y tumbarnos en un colchón al final del día.

Por otro lado, al igual que para despertar la temperatura corporal es un aspecto clave, para dormir ocurre lo mismo, por lo que debe provocarse un estado contrario al que se pretende por la mañana, esto es elevar  moderadamente dicha temperatura, facilitándose así el estado de transición hacia el sueño. 

¿Ducha fría o ducha caliente?

Como habrás imaginado, dependiendo del momento del día y el resultado añadido que se persiga con la ducha, si quieres despertarte rápido, la temperatura recomendable oscila entre los 24º y los 30º (agua más bien fresquita); y si lo que buscas es relajarte para dormir mejor, una ducha caliente (por encima de los 38º) podrá ayudarte a que cumplas tu objetivo.

 

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