Ducharse es un acto cotidiano imprescindible para asearse y eliminar del cuerpo la suciedad. No obstante, más allá de la importancia que tiene para la salud el aseo diario, la temperatura a la que esté el agua va a condicionar la forma en la que el cuerpo recibe la ducha. Elegir entre agua caliente y fría para la ducha dependerá de los beneficios que se quieran obtener de ella.
Beneficios para la salud de la ducha fría
Ducharse con agua fría puede ser algo incómodo en invierno, cuando apetece sentir el calor para hacer frente a la baja temperatura. No obstante, puede merecer la pena porque tiene estos beneficios:
- Ayuda a espabilarse por las mañanas: el agua fría aumenta el estado de alerta y hace que el cerebro segregue noradrenalina, lo que activa cuerpo y mente.
- Aumenta la circulación: el frío provoca en el cuerpo una rápida respuesta ante el agente estresor, aumentando el ritmo cardíaco y la circulación sanguínea.
- Incrementa la oxigenación: como parte de la respuesta al frío se acelera la respiración, ya que el cuerpo necesita más energía. Así aumentan los niveles de oxígeno del organismo.
- Puede ser un complemento para los tratamientos de ansiedad y depresión: según algunos expertos, gracias al agua fría el organismo desarrolla una mejor respuesta ante los cambios químicos y hormonales que sufren las personas con estos trastornos.
- Estimula el sistema linfático e inmunológico: el agua fría impulsa la liberación de leucocitos o glóbulos blancos, células que combaten infecciones como los resfriados.
- Mejora el aspecto de la piel y el cabello: el agua fría hidrata la piel y la tonifica al estirarla. También previene la caída del cabello y aumenta su brillo.
- Ayuda a mejorar la salud reproductiva de los hombres, estimulando la liberación de testosterona y mejorando así la capacidad de respuesta sexual.
- Desinflama: el agua fría provoca una contracción de los vasos sanguíneos, lo que ayuda a reducir la inflamación. También puede aliviar el dolor.
- Acelera el metabolismo: la presencia del frío demanda energía para mantener la temperatura interna, lo que acelera el metabolismo. Esto provoca que se consuman los recursos almacenados en forma de grasas y azúcares, quemándose así calorías.
Ya que el frío pone en alerta al cuerpo y lo activa, es recomendable utilizar la ducha fría por las mañanas. No obstante, estas duchas no son adecuadas para personas con enfermedades cardíacas, sistema inmunitario débil, tensión arterial baja o alteraciones en la glándula tiroides.
Beneficios para la salud de la ducha caliente
Ducharse con agua caliente tiene estos beneficios para la salud:
- Facilita la relajación de los músculos y la tensión.
- Contribuye a lograr una buena calidad del sueño y a evitar el insomnio, al disminuir el estrés y la ansiedad. Algunos estudios han demostrado que tomar una ducha caliente aumenta los niveles de oxitocina, la llamada hormona de la felicidad y el amor que reduce el estrés.
- Puede actuar como descongestionante: el vapor caliente hidrata los conductos nasales, consiguiendo descongestionarlos en caso de resfriado.
- Disminuye el dolor de cabeza y las migrañas: el agua caliente ayuda a dilatar los vasos sanguíneos y a relajar el cuerpo, lo que alivia el dolor de cabeza.
- Reduce los niveles de azúcar: según varios estudios, bañarse con agua caliente reduce los niveles de azúcar en sangre, por lo que puede ser un buen hábito para personas que padecen diabetes.
- Limpia la piel: el vapor abre los poros, permitiendo que se eliminen toxinas e impurezas.
Ya que la ducha caliente es ante todo relajante, el mejor momento del día para tomarla es por la noche, antes de irse a dormir. De esta manera, el cuerpo se preparará para descansar y conseguir un sueño reparador.