Expertos de la Universidad de Sydney, en Australia, ven en el sueño excesivo un factor que predispone el sufrir una muerte prematura. Superar el número de horas de “descanso”, acompañado de una vida sedentaria y falta de ejercicio, puede ser igual o más peligroso que el consumo de tabaco, alcohol o los malos hábitos alimenticios.
El estudio se llevo a cabo sobre 230.000 individuos, participantes del programa “45 and Study” de Australia, cuyo objetivo fue indagar acerca de la evolución de la salud a medida que envejecemos. A los sujetos experimentales se les monitorizaron sus hábitos de vida, analizando factores tales como, el tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, mala alimentación o inactividad física. Además -también, en esta investigación- se analizaron las horas de sueño que dormían de media estas personas.
Los resultados obtenidos arrojaron datos sorprendentes: el exceso de sueño, acompañado de una vida sedentaria, son factores de riesgo comparables al consumo de alcohol, tabaco o los malos hábitos alimenticios, pudiendo multiplicar por cuatro el riesgo de sufrir una muerte prematura.
La doctora Melody Ding, autora del estudio, insiste en la necesidad de que se tomen en serio estos resultados, dadas la magnitud de la muestra experimental (recordemos más de 230.000 personas). Ding afirma que cuando el exceso de sueño va acompañado de la falta de ejercicio el efecto puede ser triple, multiplicando en mayor medida el riesgo de sufrir una muerte prematura.
No obstante, los expertos también señalaron que la falta del mismo puede ser igualmente perjudicial, pues dormir menos de 7 horas diarias puede incrementar hasta en un 9% el riesgo de una muerte antes de tiempo, si se acompaña de malos hábitos como los anteriormente descritos.
El profesor Adrian Bauman, coautor del estudio, concluye como mensaje principal dirigido a los profesionales del sector sanitario y disciplinas relacionadas, que si se quieren diseñar programas de salud que reduzcan la posibilidad de contraer ciertas enfermedades, debemos centrarnos en cómo estos factores trabajan en conjunto y no de manera aislada, y que éstos son un problema internacional que afecta a todas las poblaciones, no sólo a los australianos.
Para reducir todos estos riesgos, los especialistas recomiendan llevar una vida saludable, eliminar malos hábitos, vicios perjudiciales y practicar ejercicio diario. De hecho, aconsejan realizar como mínimo 150 minutos de ejercicio semanalmente, combinándolos con una vida diaria activa y un descanso verdaderamente reparador.