Llega el verano y con él la «Operación Bikini». Los expertos son unánimes: para perder peso es esencial un cambio de hábitos alimenticios y de vida, no basta con una «dieta milagro» cuyo único argumento es el «amimefuncionismo» -una teoría basada en el «a mi me funciona»-.
«La ciencia lo ha dejado claro: un mismo método o una misma dieta no tiene por qué funcionar igual en dos personas«. Así lo asegura el presidente de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, Giuseppe Russolillo, quien ha insistido en que el «amimefuncionismo es todo lo contrario del método científico«. Este nutricionista ha advertido de los peligros de los regímenes que prometen la pérdida rápida de peso y que excluyen algunos alimentos o que obligan a comer de forma abusiva uno determinado.
Está demostrado que las dietas milagro son efectivas a corto plazo, pero como nadie puede estar comiendo toda su vida solo huevo duro, pomelo o melocotón, cuando se vuelve a los hábitos alimenticios anteriores no solamente se recupera el peso perdido, sino que se produce el llamado «efecto yo-yo», es decir, se adquieren kilos de más, señala. Además, ese «efecto yo-yo» se incrementa a medida que pasan los años, se siguen más dietas milagro y se va ganando y perdiendo peso.
Russolillo insiste en la importancia de acudir al médico cada vez que queramos quitarnos kilos pues aunque se trate de un sobrepeso leve puede haber algún factor de riesgo o patología ocultos conviviendo con él. La obesidad y el sobrepeso son enfermedades crónicas que requieren de un tratamiento a largo plazo. Y ese tratamiento no es una dieta, es un cambio de estilo de vida completo, una vuelta a una alimentación un poco más vegetariana y eso, según Russolillo, «requiere más esfuerzo que atiborrarse de chuletones o de solomillos de ternera».
Casi la mitad de obesos
Casi la mitad de los adultos españoles y el 46% de la población infantil padece sobrepeso u obesidad. España es el cuarto país europeo en obesidad infantil en la franja de edad de 12 años, después de Italia, Malta y Grecia, y el 80% de los niños obesos lo serán potencialmente cuando sean adultos. Con estos datos, no queda más remedio que «educar a la ciudadanía a comer sano, a no comer tantos alimentos de origen proteico y a hacer un estilo de vida mucho más activo».
Este doctor insiste en que adelgazar es una tarea a largo plazo. Toda persona que pierda peso porque tiene una boda, una comunión o porque llega el verano se va a encontrar cada año ante la misma situación ya que va a recuperar los kilos. Además, hay un problema añadido y son los efectos secundarios de ganar y perder peso continuamente. Así, es muy posible que después de cuatro o cinco años esas personas acaben teniendo un hipotiroidismo o un problema cardiovascular, de hipertensión o renal aunque no lo asocien a que llevan diez años ganando y perdiendo peso con dietas milagro. «Si se pudieran percibir a corto plazo los efectos secundarios de ese tipo de dietas y de las locuras de perder peso rápidamente, seguramente no tendríamos los problemas de salud que tenemos».