Urticarias, diarreas, cefaleas, dolores lumbares, fatiga, insomnio o bruxismo son algunas de las consecuencias de esos transtornos y enfermedades desencadenadas por factores psicológicos, tal y como señala el doctor José Ángel Arbesú, coordinador del grupo de trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Son algunos de los síntomas físicos que se manifiestan ante un factor estresante y con los que los médicos de cabecera tienen que «hilar muy fino» para determinar si tienen un origen psicológico y emocional.
La ansiedad y la depresión no sólo causan tristeza, baja autoestima o desesperanza, también puede producir problemas de salud cuando no se controla adecuadamente, sobre todo en la piel (urticarias, dermatitis, picores o prurito), en el sistema digestivo (diarreas, náuseas o colón irritable), en el respiratorio (sensación de falta de aire u opresión o pinchazos en el pecho) y en el nervioso (dolores de cabeza, vértigos o mareos). Estos síntomas corporales aparecen por lo general pocos meses después de haber sufrido ese factor vital estresante, como lo es, en estas fechas, un despido o un desahucio o un embargo, y hacen deambular a quienes los padecen por varias consultas médicas para encontrar su causa.
«Al paciente psicosomático se le ha venido a llamar paciente shopping porque va como de tiendas, circula por todo el sistema de salud, por todos los especialistas y al final no le encuentran nada y acaba de nuevo en su médico, que le termina diciendo que tiene un problema emocional que deriva en muchos síntomas y todo esto conlleva sufrimiento y coste económico. Muchas pruebas a veces son innecesarias», explica el doctor Arbesú. Cuando el médico de cabecera identifica que la causa de los males de ese paciente no es corporal, sino psicosomática, éste se convierte en el profesional más adecuado para afrontar el problema «porque sabe cuando puede comunicarle que el origen del dolor físico es emocional», según el doctor. «Y cuando se lo explicas ya se tranquiliza, pero eso requiere de tiempo y eso es uno de los problemas que tenemos los médicos de atención primaria», apostilla.
La psicoterapia, en esos casos, es necesaria y, según Arbesú, la puede realizar el médico de cabecera, si se trata de una cuestión sencilla, aunque si el problema y el desencadenante se perpetúa el paciente debe seguir un tratamiento reglado con un psicólogo.