Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 466 millones de personas en todo el mundo padecen pérdida de audición discapacitante y se calcula que, en 2050, esta cifra aumentará hasta más de 900 millones. La sordera puede estar provocada por causas congénitas o enfermedades que no se pueden evitar, pero en otras ocasiones es resultado de la exposición a ruidos fuertes y otros factores que se pueden prevenir. Seguir algunos consejos básicos puede evitar la pérdida de audición.
Consejos para cuidar los oídos
Para prevenir en la medida de lo posible la pérdida de audición, es conveniente tener en cuenta estos consejos básicos:
- Reducir el tiempo de exposición a sonidos de alta intensidad y ruidos impulsivos (petardos, disparos…).
- Usar los auriculares a un volumen adecuado: deben estar como mucho al 60% de la capacidad de sonido y a una intensidad que permita escuchar los sonidos de alrededor. Asimismo, aunque estén a un volumen adecuado, tampoco es conveniente usarlos demasiado tiempo. La OMS aconseja limitar la escucha a una hora diaria para no dañar la salud auditiva.
- Bajar el volumen de la televisión, la radio y los reproductores de música.
- Descansar los oídos de vez en cuando: conviene limitar el tiempo que se pasa en espacios con mucho ruido, alternando actividades ruidosas con otras más silenciosas.
- Usar protectores auditivos: en trabajos con exposición continua a ruidos fuertes es imprescindible utilizar tapones o cascos aislantes.
- No introducir objetos o sustancias extrañas en los oídos, ni siquiera para limpiarlos, ya que pueden provocar tapones o lesiones involuntarias. Sólo se deben utilizar productos específicos para los oídos y siempre bajo consejo médico.
- Limpiarse con cuidado el oído: es un error utilizar bastoncillos de algodón, ya que pueden dañar el oído. Además, hay que tener en cuenta que la cera actúa como protección frente a posibles gérmenes y suciedad. Por tanto, no es conveniente eliminarla. Para limpiar el oído es suficiente con el agua que penetra al lavarse la cabeza. Una vez fuera de la ducha, hay que secarse muy bien los oídos para evitar que la humedad genere infecciones por hongos. Basta con frotar suavemente con una gasa o toalla el pabellón externo sin insistir en el agujero.
- Vigilar atentamente el oído durante el baño: el agua de sitios públicos (mar, pantanos, piscinas…) puede estar contaminada y provocar infecciones. Por ello es importante realizar una limpieza básica de los mismos antes y después del baño. Por otro lado, el uso de tapones debe ser recomendado por el especialista.
- Cuidar especialmente los oídos en caso de gripe, alergia o catarro, ya que los oídos son muy sensibles a las infecciones.
- Acudir al especialista en caso de detectar alguna ‘anormalidad’: si aparece dolor, zumbido, supuración, sensación de taponamiento, producción excesiva de cera o una disminución mínima de la capacidad de audición, hay que acudir al otorrino. También es recomendable hacerlo si se ha sufrido un traumatismo o golpe directo en la zona del oído.
- No automedicarse: el uso de medicamentos tanto orales como locales (gotas) puede ser perjudicial, por lo que no se deben administrar sin consultar con un especialista.
- Realizar revisiones periódicas: es recomendable asistir regularmente al otorrinolaringólogo aunque no existan síntomas, especialmente a partir de los 50 años.
- Atender adecuadamente la otitis en los niños: en caso de sospecha de pérdida de audición en un niño, es recomendable acudir al especialista. Incluso sin fiebre, dolor o secreción en los oídos puede existir una otitis que, de no ser tratada, puede cronificarse y provocar hipoacusia.
- Evitar los cambios bruscos de presión: viajar en avión, subir a la montaña o bucear pueden provocar cambios bruscos de presión que afectan al oído. Hay que intentar minimizar al máximo estos cambios para evitar daños.