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¿Con tetas hay paraíso?

candidatas-modelosConversación cogida al vuelo de tres mujeres en una cafetería:
-«Pues yo me lo voy a hacer, claro que sí».
-«Estás loca, si tu estás bien».
-«Que no, que yo quiero más, yo a ti te veo bien, pero yo no, que me las pongo, se lo he dicho a mi madre y ya la tengo casi convencida, este invierno me opero, fulanita se lo ha hecho y está súper contenta, para el verano, ya veréis, ¡tetas nuevas!, mi novio va a flipar, tía…».

Maquilladas, ensortijadas, monísimas, coquetas… No, no son maduritas en la crisis de los 40 ó 50. Es difícil saber la edad, pero son jóvenes, muy jóvenes. Cada vez son más los jóvenes, sobre todo chicas, que acuden a la cirugía o a tratamientos estéticos y no para quitarse años, sino para ponerse: pechos, nalgas, labios… y hasta bótox, según las fuentes consultadas del sector. Una moda contagiosa a medida que los tratamientos y las técnicas estéticas avanzan con procedimientos y componentes científicos más eficaces y duraderos, y también más baratos.

Una moda que no repara en la edad ni siquiera si esta aún no ha traspasado la frontera en que, según el DNI, se es adulto. Una edad, la de los 15 a los 17, en la que, como recuerda la doctora Concha Obregón, responsable de comunicación de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), «su organismo no está maduro».

Como regalo

¿Es una leyenda urbana lo de una operación de pechos por cumpleaños o como regalo de graduación? Lo cierto es que «desde muy jóvenes ya están pensando qué hacerse, casi todas dicen que tienen poco pecho», cuenta la psicóloga Trinidad Aparicio, experta en el trato con adolescentes. «Más las chicas que los chicos, porque estos maduran más tarde, pero ellas ya hablan desde muy niñas de cuidados estéticos, no salen a la calle sin antes ponerse una mascarilla para el cutis», agrega.

Trinidad Aparicio, como otros psicólogos y médicos que tratan con jóvenes, admite la preocupante obsesión de las adolescentes por la estética, que achaca a la presión que ejercen los medios de comunicación, la sociedad y a veces algunos padres por «magnificar el aspecto físico frente a otros valores».

«El ambiente no favorece», advierte esta psicóloga. «Se fijan en modelos y quieren parecerse a ellas o ellos. La belleza, tener un cuerpo perfecto lo es todo, tener pecho, estar delgada…». Las revistas del famoseo y la tele bombardean a diario con lo que se ha hecho tal o cual modelo o actriz. Ahí está el aumento de pectorales de la modosa Jennifer Aniston en las portadas de esta semana, sin olvidar los labios de Esther Cañadas o los retoques de Elsa Pataky, considerada una de las más ‘sexys’ de las actrices españolas. «Es muy difícil, hay que tener mucha personalidad para decir que no», reconoce Aparicio de las jóvenes que buscan pasar por el quirófano para parecerse a sus ídolos mediáticos o corregir lo que la naturaleza, muchas veces injusta, les ha dado. Aparicio entiende que esta obsesión iniciada a edad tan temprana es síntoma de «inmadurez y problemas de autoestima» que pueden prolongarse y empeorarse en la edad adulta.

Frente a este fenómeno social, qué hacer. Las asociaciones de consumidores e incluso el propio sector se queja de la escasa legislación al respecto. Según la Ley de Autonomía del Paciente, un menor de 16 y 17 años no necesita autorización paterna para una práctica quirúrgica. De los 12 a los 15 debe ser escuchada su opinión.

La Junta de Andalucía es la primera administración española en tomar cartas en el asunto y regular el sector de las clínicas de estética en relación con los menores. La Consejería de Salud aprobó un decreto en abril que obliga a el/la menor a presentar un informe psicológico que avale su madurez para someterse a una cirugía estética.

Un informe del Colegio de Psicólogos de Andalucía Oriental recomendó a la Junta que el test se realice por profesionales independientes a la clínica donde se opere el menor y que este conozca primero los riesgos de la intervención y sus posibles efectos secundarios.
No hay estadística oficial sobre los menores que acuden al bisturí. Con el decreto, las clínicas deberán facilitar a un registro de la Junta las cirugías realizadas. Sin embargo, para justificar esta normativa, la Junta se basó en estimaciones que señalan que diez de cada cien intervenciones en el mundo se hacen a menores de edad. Las mismas fuentes recogen una cifra cercana a 400.000 las prácticas de cirugía estética anuales en España, lo que significaría que cerca de 40.000 menores recurrirían al año a ella.

Fuentes de la SEME y de la Sociedad Española de Cirugía Estética y Reparadora (Secpre) restan credibilidad a estas cifras. «No hay ningún estudio sobre la práctica de cirugía estética en España, es muy difícil aportar datos por tratarse de clínicas privadas», dijeron desde la sede de Secpre en Madrid. Su presidente en Málaga, el cirujano Jesús Torres Corpas, se pone él mismo de ejemplo: «En 15 años sólo he operado una nariz a un joven de 17 años». Torres Corpas entiende que el decreto de la Junta es más «para prevenir que para curar» ante la creciente demanda de menores. «Como cirujano plástico creo que es bueno que a esa edad haya un filtro», pero insiste en que es muy raro que un cirujano se arriesgue a operar a una chica de 16 o 17 años cuando sólo le faltan uno o dos para ser mayor de edad.

El doctor Juan Antonio López López-Pitalúa apela a la deontología profesional para rechazar cualquier práctica estética a un menor que pueda ser inadecuada hasta que su cuerpo esté formado y maduro y afirma que las estadísticas manejadas por la Junta no responden a la realidad. Las pocas operaciones a menores que suelen hacerse son la otoplastia, para corregir las ‘orejas de soplillo’, insiste este médico. Torres Corpas añade que «es una operación que, además, la hace también el SAS hasta los 14 años».

Orejas de soplillo

Aparte de las otoplastias y las operaciones de nariz o rinoplastias, sólo están recomendadas cuando se tiene formada la estructura ósea del menor. Otras operaciones posibles entran dentro de la cirugía reconstructiva por patologías diversas. Ambos médicos insisten que no son ciertas las cifras de que el 10% de las operaciones se hagan a menores.
Es más frecuente que éstos demanden tratamientos estéticos que no requieren cirugía para paliar problemas de acné, sobrepeso o el láser para eliminar el vello, refiere Concha Obregón, quien desaconseja una liposucción a una chica menor de 18 años porque «su edad hormonal no es la adecuada».

Eso sí, a partir de los 18 las cosas cambian y los profesionales consultados admiten que los jóvenes, sobre todo las chicas, cada vez requieren más los servicios de las clínicas de estética y cirugía plástica. El aumento de pecho es con diferencia la cirugía más demandada por las jóvenes, aunque también la rinoplastia y el relleno de labios están entre las preferencias, según informan los médicos antes citados.

Cualquiera de estas intervenciones supera los 3.000 euros. De 3.000 a 4.000 puede costar un aumento de senos, indica Torres Corpas. Y sí, admite que puede ocurrir que la abuela de la chica le regale unas mamas por el cumpleaños. Este cirujano defiende que no hay que alarmarse por ello. «No nos alarmamos cuando se les regala un coche». Es cierto que tiene el riesgo de cualquier operación y se les advierte de que con la maternidad pueden desfigurarse un poco y haya que arreglarlas, pero las prótesis cada vez están más perfeccionadas y no les impedirán la lactancia a bebés, subraya.

López-Pitalúa sostiene que hay que ir viendo la medicina estética como algo no excepcional, sino como cuando se acude al dentista, «como un cuidado más». Ahora bien, alerta que «hay que ser sensatos», máxima que aplica no sólo a jóvenes sino a pacientes de cualquier edad. «Un bótox a los 20 años me parece exagerado». La cirugía o los tratamientos no hacen milagros y los resultados deben ser inherentes al paso del tiempo. «El médico esteticista debe aconsejar al paciente qué debe conseguir», subraya. Igualmente señala que el facultativo debe distinguir cuando hay un problema psicológico u otras patologías. «Una chica con muchas arrugas a los 30 puede tener problemas genéticos o metabólicos». También recuerda López-Pitalúa que el pilar para mantenerse guapo es llevar una vida saludable, hacer ejercicio, no fumar y una alimentación adecuada. Con estos mimbres es más fácil garantizar una larga duración a cualquier tratamiento y un mayor grado de satisfacción con uno mismo.

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