El tabaco es a día de hoy la segunda sustancia psicoactiva más consumida en España. Según los datos de la encuesta EDADES elaborada por el Ministerio de Sanidad, el 33,1% de la población de entre 15 y 64 años manifiesta fumar a diario. Además, el tabaquismo causa cada año alrededor de 69.000 muertes al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El vicio del tabaquismo es, por tanto, una mala decisión. Y dejarlo no es una tarea sencilla. Y requiere de una implicación a largo plazo. A pesar del esfuerzo, es una de las mejores decisiones que cualquier fumador puede tomar. Tanto desde el punto de vista económico pero, sobre todo, desde el punto de vista de la salud.
Sin embargo, los primeros 30 días son cruciales a la hora de dejar de fumar. Es el inicio del recorrido de un cambio que puede cambiar la vida de las personas. Es el comienzo para superar la adicción a la nicotina y afrontar los síntomas de abstinencia.
En este artículo vamos a hacer un recorrido por las sensaciones y pasos que suelen tener las personas que dejan de fumar durante el primer mes. Y cómo superar las adversidades a través de complementos como pueden ser el vaper, los parches de nicotina o medicamentos específicos.
Ansiedad y dificultad para dormir
Los primeros síntomas de dejar de fumar surgen en las primeras horas del último cigarrillo. El antojo de fumar y la ansiedad son muy frecuentes al principio. El motivo: la nicotina activa circuitos cerebrales relacionados con el placer y la recompensa, por lo que al dejarla el cuerpo reclama esos niveles artificialmente elevados de neurotransmisores como la dopamina.
Durante la primera semana de dejar de fumar, el cuerpo experimenta una serie de cambios al no recibir, precisamente, esa nicotina. Los síntomas más habituales en los siete primeros días de dejar de fumar son tener dificultades para concentrarse, permanecer intranquilos o tener problemas para conciliar el sueño.
Otros síntomas típicos de esta primera etapa son la tos y expectoración de mucosa, que se produce al empezar a limpiarse los bronquios y pulmones de las sustancias del humo del tabaco. Esto es absolutamente normal en esta fase, aunque sea incómodo de sobrellevar. De hecho, el insomnio suele empeorar conforme pasan los días sin fumar, y puede durar varias semanas.
Estrategias para afrontar la fase aguda
Empezar es lo más difícil. De ahí que sea necesario garantizar, dentro de lo posible, que la persona que quiere dejar el tabaco no pierda fuerzas en esta fase. Para minimizar riesgos, existen diferentes opciones que alivian los síntomas de abstinencia y aumentan las posibilidades de éxito al dejar de fumar.
Una de ellas es el vapeo o cigarrillo electrónico, que ha ganado popularidad como alternativa al tabaco tradicional al reducir la exposición a sustancias nocivas. Asimismo, también es frecuente el uso de las denominadas terapias de reemplazo de nicotina consistente en la utilización de parches, chicles, pastillas o sprays que administran nicotina en pequeñas dosis para reducir los síntomas de abstinencia.
En caso de ser necesario y si se está viendo a un médico, este también podrá recetar la ingesta de medicación que ayudan a reducir el deseo de fumar y los síntomas de abstinencia. Otra opción es acudir a terapia profesional o aprender técnicas de manejo del estrés.
Llegan los cambios de humor
Superada las dos primeras semanas de abstinencia, los fumadores que están en proceso de dejarlo empiezan a tener menos ansiedad por el tabaco. Sin embargo, la adicción no está superada. Ni mucho menos. De hecho, pueden surgir nuevos síntomas asociados a la falta de nicotina en el cuerpo y a la dependencia psicológica (y social) que genera el tabaco entre los fumadores.
En esta fase del proceso de dejar de fumar, entre la segunda y la tercera semana, es habitual entre quienes están dejando de fumar experimentar cambios temporales de humor como irritabilidad o tristeza durante esta etapa. Esto es algo normal, dado que el cuerpo busca adaptarse tras años dependiendo de la nicotina. La paciencia y comprensión de amigos y familiares puede ayudar mucho en el proceso.
También hay que recordar que, a pesar de que hay menos ganas de fumar, estas todavía están presentes, sobre todo en momentos específicos como son las situaciones estresantes, el aburrimiento o los eventos sociales. Aquí el autocontrol y el compromiso es esencial para conseguir el éxito y dejar el tabaco.
Por ello, la persona deberá centrarse en ver los beneficios que está consiguiendo con su proceso como son las mejoras del estado físico, del sentido del olfato o del gusto, entre otros.
Alerta en la fase final del primer mes sin fumar
Llegando al mes sin fumar, los antojos e irritabilidad serán menos frecuentes. Sin embargo, estos podrían no desaparecer del todo. Por eso, en la cuarta semana es clave mantenerse firme en la decisión de abandonar el tabaco y no confiarse, pues en esta fase crece el riesgo de recaer por exceso de confianza.
El fumador, en la mayoría de las ocasiones, cree erróneamente que después de cuatro semanas sin cigarrillos ya no corre el peligro de volver a caer en el vicio. Pero los expertos insisten en que la adicción nunca desaparece: únicamente entra en remisión. De ahí la importancia de mantener cambios permanentes en la rutina y de recurrir a terapias de apoyo.
Los 30 primeros días de dejar de fumar son un reto, pero también una oportunidad para tomar el control de la salud y apostar por una buena calidad de vida. Con esfuerzo, planificación y el apoyo adecuado, es posible superar la adicción al tabaco y disfrutar de una vida libre de humo.