Cómo combatir el cerumen de los oídos

La limpieza de los oídos es considerada de vital importancia ya que de lo contrario, el efecto obstructor en el sistema auditivo puede provocar daños en el sistema. El cerumen, sustancia que tiene su lado positivo ya que potencia la limpieza y lubricación, también protege a los elementos más simples del oído de las bacterias, insectos u hongos.

Por el contrario, un exceso de ‘cera’ puede provocar la oclusión del conducto auditivo externo además de perjudicar el sentido del oído. Por ello, es imprescindible seguir una serie de pasos o consejos para no desencadenar en daños mayores.

Entre los más útiles, al mismo tiempo que de errónea creencia, se encuentra la no utilización de los conocidos bastoncillos de algodón ya que está demostrado que en vez de extraer el cerumen, lo introduce hacia la cavidad interna llegando a producir daños en el tímpano.

Por otra parte, una de las prácticas a las que nunca se debe de acudir se asienta en no ejercer presión de la cera hacia dentro del mismo modo que no utilizar objetos punzantes como bolígrafos u horquillas.

El continuo empleo de auriculares en nuestra sociedad, está considerado como una de las causas que producen, ya no solo la acumulación de cerumen, sino el peligro de dañar gravemente al tímpano.

Limpieza efectiva

A la hora de llevar a cabo la limpieza efectiva del aparato auditivo, de sus componentes externos e internos, es muy recomendable limpiar los oídos por dentro, no sólo por fuera.

También se anima a la utilización de difusores de agua marina, los cuales, permiten el reblandecimiento del tapón de cerumen al mismo tiempo que la auto-elimina. Por otra parte, la higiene auditiva se debe de llevar a cabo durante la ducha o el baño y cuya periodicidad no debe de ser diaria, sino durante días alternos.

Aunque la creencia social estime que el agua del mar o salada, es nociva, se estima que por su naturalidad es lo más eficaz. En los bebés, la precaución debe de ser una constante ya que como con otras tantas enfermedades, se puede evitar la otitis, por ejemplo.

Por último, la revisión anual es recomendada para que el especialista pueda dilucidar si durante el periodo de no observación se ha producido algún trastorno a priori imperceptible, pero que puede desvela problemas futuros quizá irreversibles.

 

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