El dolor de ciática es una circunstancia que afecta en gran medida a buena parte de la población y, que por sus características, suele ser a menudo incapacitante. Se manifiesta con un intenso dolor unilateral, que va desde la zona del glúteo, baja por la parte posterior del muslo y puede llegar hasta la zona baja de la pierna, terminando en el pie.
El nervio ciático es un nervio periférico que se forma en las vértebras lumbares y sacras, y que controla el movimiento posterior de las piernas. Diferentes lesiones pueden provocar tumefacción e inflamación que irrita dicho nervio y provoca una dolorosa sensación que compromete a las diferentes zonas que recorre, a lo largo de las dos extremidades inferiores.
Una cama que haga que adoptemos posturas antinaturales mientras estamos acostados, puede ser el detonante para que se produzca un ataque de ciática. En las características del equipo de descanso, existe un error de significado que se ha ido transmitiendo a lo largo de los años, que consiste en identificar un colchón duro, como el adecuado para lograr mantener la posición correcta de la espalda, y así evitar hundimientos. Efectivamente, para evitar problemas óseos y musculares derivados de malas posturas durante el descanso nocturno, es necesario que el colchón sustente al durmiente, sin hundimientos y permitiendo una posición natural de la columna, pero a su vez debe adaptarse, por las características de su material a todas las zonas de la espalda, es decir, debe ser flexible con una firmeza media. En resumen ahora sabemos que debe ser el colchón el que se adapte al durmiente y no el durmiente al colchón. La base también debe mantener unos parámetros de homogeneidad y robustez para ejercer de sustento óptimo. Además, el uso de la almohada está siempre totalmente recomendado, para conservar la alineación de todas las zonas de la espina dorsal.
No sólo cuando estamos acostados, tenemos que preocuparnos por la postura, si no que al levantarnos de la cama, también es importante llevar a cabo una secuencia ordenada de movimientos que nos permitan levantarnos sin forzar la espalda y evitar que ésta sufra. Lo ideal sería colocarse en primer lugar de lado, e incorporarse utilizando solo los brazos y las manos (sin realizar esfuerzos focalizados en la espalda). Una vez sentados, ya colocamos los pies en el suelo. Practicar diariamente este hábito, puede ayudarnos a evitar diferentes lesiones en la zona lumbar.
Una vez más, el equipo de descanso puede ser nuestro mejor aliado o convertirse en un enemigo si no le prestamos toda la atención que se merece.