Estas ideas, tienen un fuerte contenido experiencial, pero por supuesto estudios nutricionales las avalan. Así, el total de alimentos que ingerimos a lo largo del día, es preferible repartirlos en cinco comidas: el desayuno y la comida las más importantes, aportando entre las dos un 60% (aprox.) de las calorías diarias, sin olvidar las comidas complementarias (almuerzo a media mañana y merienda), y la cena, que nunca debe saltarse y que debe tomarse unas dos horas antes de irnos a la cama.
Además esta última, tiene que estar compuesta por nutrientes libres de grasas, que no dificulten la digestión, sin condimentos fuertes y picantes y sería conveniente tener la costumbre de tomar como en la comida principal, dos platos y postre, que nos sacien, pero sin sensación de pesadez.
Como ya referimos en nuestro anterior artículo «Alimentos que ayudan a dormir» existen ciertos tipos de sustancias contenidas en la comida, que pueden ayudarnos a conciliar el sueño, y qué mejor momento cocinar con ellos que en la última comida del día: pavo, huevo, cereales, garbanzos, arroz, espinacas, lechuga, etc.Un ejemplo de menú ideal podría ser como primer plato una ensalada o un revuelto de verduras, de segundo plato un aporte proteínas (pavo, jamón dulce, merluza, gambas…ect.) y como postre fruta sobre todo o algún lácteo ligero.
El cumplimiento de esta sana recomendación nocturna, más un equipo de descanso capaz de aportarnos un sueño placentero y saludable, nos asegura el ganar un punto más en la calidad de vida que todos ansiamos.