Y de nuevo nos encontramos en la tesitura del cambio de hora, con el que en la madrugada del domingo 29 a las 3:00h serán las 2:00h. Algunos estaremos de enhorabuena ¡una hora más para dormir! pero… ¿a qué precio? ¿Afecta este tipo de cambio horario biológicamente a nuestro sueño o es solo nuestra percepción (y la de medio país)?
¿Por qué puede que nos sintamos cansados a pesar de que dormimos una hora más?
La respuesta está en nuestro reloj interno, que controla los ciclos de sueño-vigilia. Este reloj se cronometra gracias a la alternancia luz-oscuridad, de este modo, la retina manda señales de presencia o ausencia de luz al núcleo supraquiasmático, localizado en el sistema nervioso central. Este a su vez, traslada la información a la glándula pineal, encargada de la producción de melatonina. Cuando el flujo de luz comienza a disminuir, se libera y su acción es la responsable de la conciliación del sueño.
Según del doctor Alejandro Guillén-Riquelme, de la Cátedra de Investigación del Sueño de la Universidad de Granada y Lo Mónaco: «el cambio de hora afecta al ritmo circadiano, una especie de ‘reloj’ interno» gracias al cual el cuerpo se prepara para realizar distintas actividades a lo largo del día; así sentimos hambre a la hora aproximada a la que solemos comer o sueño en las horas cercanas a la de dormir».
Con el cambio de hora, nuestra exposición a la luz varia, y nuestro ritmo biológico es susceptible de descontrolarse. Además este reloj interno, está directamente relacionado con nuestras costumbres. En condiciones normales, siempre tendemos a dormirnos a la misma hora de la noche, por lo que retrasando la hora, nuestro organismo no identificará inmediatamente el cambio, y necesitará una adaptación paulatina.
Niños y ancianos: los grupos más afectados por el cambio de hora
No es que nuestro organismo sufra consecuencias graves, pero notarse, se nota. Y de entre los afectados, los que más sufren los efectos del cambio de hora estacional, son los ancianos y los más pequeños, porque suelen llevar rutinas más marcadas, por lo el doctor Guillén Riquelme recomienda mantener la cotidianidad: «Por ejemplo, si no se tenía tendencia a dormir la siesta, sería un error dormirla en esos días, ya que va a dificultar el ajuste normal del cuerpo al cambio de hora, dificultando y alargando los síntomas producidos». El experto quita hierro al asunto, y es que no hay que preocuparse por los desajustes que vamos a padecer, porque si todo sigue su curso, el reajuste viene solo pasados unos días.