Leer es un hábito que entretiene a la par que enriquece el vocabulario y la cultura. No obstante, sus efectos positivos no se circunscriben al ámbito del saber sino que está demostrado que leer tiene importantes beneficios para el cerebro y supone un buen ejercicio para este órgano, pues involucra a varias partes del mismo.
Son tres las áreas que intervienen en el proceso de lectura y la comprensión de lo leído: el área de Broca en el lóbulo frontal, la de Wernicke en el lóbulo temporal y el Giro angular en el lóbulo parietal. El área de Broca controla la capacidad de hablar y, al leer, se activa transformando las palabras en un código auditivo, independientemente de si se lee en silencio o en voz alta. Por ello durante la lectura se tiene la sensación de escuchar mentalmente la propia voz. Las otras dos áreas (Wernicke y Giro angular) descifran el código de la escritura (los fonemas) y los traducen a sonidos. Por tanto, cuando se aprende a leer se activa el sistema visual para reconocer las letras y el sistema de habla para reconocer sonidos, y juntos establecen las relaciones que permiten comprender lo que se ve y darle un significado.
No obstante, además de estas tres áreas hay otras regiones del cerebro que también se ponen en marcha al leer. Se ha demostrado que la lectura activa las áreas relacionadas con los sentidos y las emociones, a las que se pueden unir otras en función del género del libro. La lectura es, por tanto, una actividad que ejercita el cerebro, razón por la que tiene multitud de beneficios.
Beneficios de la lectura para el cerebro
Algunos de los beneficios que la lectura tiene sobre el cerebro son los siguientes:
- Estimula el nacimiento de conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva: la lectura crea y fortalece las conexiones neuronales. Una reserva cognitiva mayor supone una mejor resistencia de la mente al deterioro y las lesiones. De hecho, se ha demostrado que mantener el cerebro activo a través de la lectura ayuda a retrasar la aparición del deterioro cognitivo y la demencia senil.
- Aumenta la conectividad funcional del cerebro, es decir, las interacciones entre las diversas zonas que lo forman.
- Potencia la empatía: leer ayuda a ponerse en el lugar del otro y a percibir y analizar diferentes puntos de vista. Se ha detectado que leer libros de ficción consigue que las neuronas de la zona sensorial motora del surco central estén mejor comunicadas, lo que se vincula a una mayor capacidad para ponerse en el lugar de los demás.
- Ejercita y amplía la memoria: al leer se almacenan en la mente multitud de historias, personajes y palabras. Seguir el hilo narrativo y disponer de todas estas historias ejercita la memoria y las capacidades cognitivas.
- Reduce el estrés: la lectura ayuda al cerebro a relajarse, consiguiendo un momento de calma en el que se experimentan sensaciones similares a las que surgen en la meditación. Esto permite que se reduzcan los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
- Ayuda a dormir: si se adquiere el hábito de leer antes de irse a la cama el cerebro interpretará esta acción como un aviso de que ha llegado el momento de relajarse y conciliar el sueño. El hábito de leer antes de dormir es muy bueno porque permite desconectar de las preocupaciones, problemas diarios y otros pensamientos que nos ponen en alerta, evitando que el cerebro se mantenga activo durante la noche intentando buscar soluciones. Consecuentemente, el cuerpo y la mente descansarán mejor. No obstante, no se debe leer en una tableta o un móvil, ya que la luz azul de estas pantallas dificultan la producción de melatonina, hormona que induce el sueño.
- Aumenta la concentración: al leer la atención se centra en el texto, lo que permite practicar la capacidad de concentración.
- Mejora la creatividad: leer potencia la imaginación y, consecuentemente, la creatividad.
Además de todos estos beneficios para el cerebro, hay que tener presente que la lectura mejora la capacidad de inferencia y comprensión, así como las habilidades de expresión y comunicación.