«Sabes dónde empieza la diversión, pero no dónde puede acabar», es el título de la nueva campaña de sensibilización social de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción. Según la última encueta del Plan Nacional sobre Drogas, la sustancia nociva más consumida por los jóvenes es el alcohol, con un incremento preocupante de las borracheras entre los jóvenes.
Como ejemplo concreto, la encuesta pone de relieve que de los jóvenes de 15 a 24 años encuestados, el 28,4% de los chicos, y el 17,9% de las chicas consumieron alcohol en atracón (ingesta de 5 o más bebidas alcohólicas para hombres, y 4 o más para mujeres, en el plazo de un par de horas, en los anteriores 30 días.
Recientes investigaciones de la FAD indican que el riesgo a corto plazo no es disuasorio para los jóvenes (no hay más que ver la convocatoria de la Fiesta de la Primavera para el próximo viernes 18): el único riesgo a corto plazo del consumo de drogas que consideran los jóvenes de 15 a 24 años es la muerte (accidentes de tráfico, posibles sobredosis, etc.). Pero, aún siendo conscientes, lo consideran como una posibilidad remota y asociada sólo a consumos determinados, fundamentalmente al consumo de «pastillas». De este modo, relativizan sus propios usos de las drogas.
Consecuencias
Las consecuencias negativas que pueden derivarse del consumo de drogas -que para los adultos son claramente disuasorias- los jóvenes las contemplan como un factor más, pero no el determinante. E incluso muchos jóvenes realizan una lectura del riesgo positiva: el 41% de los jóvenes consideran el riesgo algo inherente a su edad, algo que deben afrontar y cuya superación es positiva, por lo que ser capaces de arriesgarse puede ser contemplado como algo deseable.
De manera formal, y preguntados individualmente, los jóvenes españoles se muestran conocedores de los riesgos implícitos en los consumos y proclives a no consumir. El 89% de los jóvenes españoles opina que no compensa nada o muy poco el consumo de pastillas, el 87,1% opina lo mismo de la cocaína, el 70,8% del cannabis, el 56,9% del alcohol y el 57,1% del tabaco. Sin embargo, a través del análisis del discurso grupal, se pone de manifiesto que los jóvenes, a pesar de ser conocedores de los riesgos de las drogas, cuando se encuentran en grupo manifiestan otras motivaciones para consumir que influyen tanto o más que la percepción del riesgo. Fundamentalmente, se trata de la necesidad de sentirse integrados, de sentir que realizan un comportamiento que ven normal a su edad.