El índice de masa corporal (IMC) es el indicador más utilizado para estimar el peso ideal. Sin embargo, solo valora el peso y la altura del individuo y la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que actualmente no es defendible como parámetro antropométrico, ya que no tiene en cuenta ni el porcentaje de masa muscular ni la distribución de la grasa y puede clasificar como obesas a personas deportistas muy musculadas.
Por eso, desde hace unos años se toma como referencia un nuevo indicador denominado índice de forma corporal o ABSI (siglas de A Body Shape Index), que cuenta para su cálculo otras medidas, además del peso y la talla, como la circunferencia de la cintura, y que ha demostrado en diferentes estudios su capacidad para predecir mortalidad cardiovascular y mortalidad total.
Ahora, un grupo de investigadores españoles ha publicado un trabajo que demuestra que el índice ABSI está relacionado con la rigidez arterial, una alteración previa a la aparición de enfermedades cardiovasculares, con lo que aumenta aún más su valor. En la práctica clínica, supone que en una consulta de Atención Primaria podría mejorar la estimación del riesgo cardiovascular de un paciente.
Los profesionales sanitarios tan solo tendrían que tomar las tres sencillas medidas que requiere ABSI (altura, peso y circunferencia de la cintura) y aplicar la fórmula para saber si ese paciente tiene más probabilidades de tener aumentada la rigidez arterial.
Los expertos, de instituciones de Salamanca, Cataluña y Baleares, llevan tiempo colaborando en el estudio observacional MARK, que se centra en población de entre 35 y 74 años que presenta un riesgo cardiovascular intermedio. En esta parte de la investigación, publicada recientemente en la revista Medicine, han participado un total 2.354 pacientes.
Los resultados son importantes debido a que la rigidez arterial es un marcador que sirve para evaluar el daño en las arterias antes de que se produzcan alteraciones más graves, como la arterioesclerosis. En concreto, el concepto de rigidez arterial hace referencia a la resistencia que tienen las arterias a deformarse ante los cambios del flujo sanguíneo, de manera que cuando es elevada indica daños en los vasos sanguíneos.
El problema es que para medir este parámetro hace falta tecnología como el sistema VaSera, que mide un índice de rigidez arterial denominado CAVI, el índice tobillo-brazo o la velocidad de onda de pulso.
En este estudio se evaluaron estos y otros parámetros relacionados con la función vascular y se analizó su relación con el índice ABSI de los pacientes. “Observamos una correlación positiva”, explica Manuel Gómez Marcos, médico de familia de la Unidad de Investigación del Centro de Salud La Alamedilla de Salamanca, uno de los autores del artículo. Esto quiere decir que utilizando medidas corporales sencillas como las que plantea el índice ABSI, se puede tener una primera aproximación a la rigidez arterial.
Buen predictor de la mortalidad
“El índice ABSI fue publicado en 2012 y ya ha demostrado ser un buen parámetro para la predicción de la mortalidad en diversos grupos de población”, señala Gómez Marcos. Al tener en cuenta no solo el peso y la altura, sino también la circunferencia de la cintura, permite conocer mejor la distribución de la grasa, un factor esencial para estimar la salud cardiovascular de una persona. En cambio, el IMC no tiene en cuenta este último punto y puede presentar como obesos a pacientes que, simplemente, tienen mucha masa muscular.
El IMC no se ha podido relacionar con la rigidez arterial, lo que ahora sí se ha conseguido con el ABSI. La fórmula matemática para calcularlo ofrece un valor. Cuanto más alto sea, indica un mayor riesgo de mortalidad, pero también está indicando mayor rigidez arterial en correlación con varias medidas que se utilizan para calcularla.
Aunque el estudio acaba de salir a la luz, ya ha tenido una repercusión importante. “Nos ha escrito mucha gente interesada en utilizar este nuevo índice, incluso el autor de la fórmula para felicitarnos, porque cree que este parámetro tiene mucha importancia y que hay que seguir trabajando con él”, señala Gómez Marcos.
Prevención de la arterioesclerosis
Gracias a este avance “podemos predecir si un paciente va a tener una alteración en la estructura o en la función vascular y plantearnos algunas medidas dietéticas, de hábitos o incluso farmacológicas si fuera necesario para prevenir el desarrollo de la arterioesclerosis”, apunta el experto. Y para ello solo es necesario tomar tres medidas corporales sencillas e introducirlas en la fórmula para obtener un valor con la ayuda del ordenador.
El estudio observacional MARK, en el que se enmarca esta investigación, lleva años recogiendo información de pacientes de Atención Primaria que se consideran de riesgo intermedio, un grupo especialmente interesante para los expertos, porque ha sido menos estudiado y no se tiene tanta experiencia sobre cómo manejarlo de cara a la prevención de riesgos.
Este proyecto de la Red de Investigación en Actividades Preventivas y Promoción de la Salud, a la que pertenece la Unidad de La Alamedilla, resulta interesante por la gran cantidad de datos recogidos de un número significativo de pacientes. Tras una ronda inicial, se han vuelto a medir los mismos parámetros a los cinco años y volverá a hacerse cuando hayan pasado 10.