Los expertos recuerdan que el fallecimiento en 2009 de 12 niños por tos ferina en Estados Unidos ha hecho que en este país se recomiende la vacunación en adolescentes y adultos, sobre todo a aquellos que están o van a estar en contacto con lactantes menores de 12 meses -incluyendo mujeres en edad fértil y personas de 65 o más años-.
«Esta situación obliga no sólo a mantener activos los programas de vacunación infantil, sino a intensificar los esfuerzos para obtener el adecuado estado vacunal de los adultos», según sostiene la SEGG. A pesar de los esfuerzos realizados durante décadas en la vacunación frente a la tos ferina, esta dolencia aún no está enteramente controlada, porque en los adultos su presentación clínica es, a menudo, «atípica, en forma de tos prolongada y pasando muchas veces desapercibida».
El adulto infecta al pequeño
Por ello, según los geriatras, el adulto se constituye como fuente de infección oculta para el lactante desprotegido o vacunado de forma incompleta. En estudios de búsqueda de la fuente de infección de tos ferina a lactantes se ha encontrado que en entre el 75 y el 83% de los casos, el origen se encuentra en algún conviviente del niño infectado, siendo el 55% los padres y entre el 6 y el 8% los abuelos.
La tos ferina es una enfermedad bacteriana aguda de las vías respiratorias causada por el germen Bordetella pertussis. Se caracteriza por una tos grave, convulsiva y que se prolonga por espacio de dos meses o incluso más. En los niños menores de seis meses se presenta con disnea y asfixia y llega a ser mortal si no reciben tratamiento adecuado y a tiempo.