La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel caracterizada por la sequedad cutánea y la aparición de eccemas que provocan mucho picor. Aunque no es posible curarla de forma definitiva, existen tratamientos y cuidados para evitar la aparición de brotes.
Qué es la dermatitis atópica
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que se exacerba de forma periódica. Se caracteriza por la sequedad cutánea y la aparición de lesiones eccematosas que provocan mucho picor.
La dermatitis suele aparecer antes de los cinco años de vida y puede continuar hasta la adolescencia y la adultez o desaparecer con el paso de los años. No obstante, en ciertos casos aparece por primera vez en la edad adulta.
Causas de la dermatitis atópica
La dermatitis atópica suele aparecer en niños con historial familiar de alergia, rinitis alérgica, asma o atopía. Las personas con dermatitis tienen alteraciones en los genes encargados de fabricar las proteínas que se encargan de formar la barrera cutánea. La piel sana conserva la humedad y ofrece protección contra las bacterias y alérgenos, pero la citada alteración genética hace que la piel se pueda ver afectada por factores ambientales e irritantes por la falta de barrera. Una de las proteínas que desarrollan dicha barrera cutánea es la filagrina, encargada también de humectar la piel. Las personas que sufren una alteración en la producción de la filagrina (normalmente una disminución) tienen una barrera cutánea débil y por tanto, piel predispuesta a padecer dermatitis.
Síntomas de la dermatitis atópica
Los síntomas de la dermatitis varían según la persona, pero comprenden principalmente:
- Piel seca.
- Picazón.
- Manchas en la piel de color rojo a marrón grisáceo. Suelen aparecer en manos, pies, cuello, parte superior del pecho, pliegue de los codos y las rodillas y párpados. En bebés es frecuente que aparezcan en la cara y la cabeza.
- Piel engrosada, agrietada y escamosa.
- Piel en carne viva, sensible o inflamada por rascarse.
- Pequeños bultos que pueden perder líquido.
La dermatitis también generar complicaciones como asma y rinitis alérgica, descamación crónica de la piel, infección, problemas de sueño por la picazón y dermatitis alérgica de contacto.
Tratamiento de la dermatitis atópica
Lo más importante para controlar la piel atópica es hidratarse diariamente para compensar la sequedad cutánea excesiva propia de esta enfermedad. Lo mejor para ello son las cremas emolientes con alto contenido en lípidos que no contengan perfumes. No obstante, cuando aparecen los eccemas es insuficiente con hidratar la piel y será necesario curar las lesiones. Por ello es conveniente acudir a un dermatólogo para que recete algunos medicamentos como:
- Corticoides tópicos: actúan como antiinflamatorio y se deben utilizar en la potencia y posología prescritas por el médico para no sufrir sus efectos secundarios (acné, hipertricosis…). A la hora de aplicarla lo mejor es usar una cantidad pequeña y bien extendida para que se absorba fácilmente.
- Antihistamínicos orales para controlar el picor. Es recomendable tomarlos de noche para evitar el rascado nocturno.
- Inmunomoduladores tópicos: recomendados para la zona facial y genital.
- Antibióticos en caso de sobreinfección de los eccemas.
- En casos severos, puede ser necesaria la administración sistemática de corticoides o fármacos inmunomoduladores potentes en un centro hospitalario.
Ya que la dermatitis es una enfermedad crónica que se presenta en brotes temporales, es fundamental ser constantes en el cuidado de la piel y la aplicación de las cremas, tanto hidratantes como recomendadas por el médico.
Cuidados y prevención
Si bien no existe prevención primaria de la enfermedad, hay ciertos factores que pueden predisponer a la aparición de los brotes de dermatitis como los climas secos, el estrés, los cambios bruscos de temperatura, que ésta sea muy alta o baja, las ropas de lana y fibra, la maceración por sudoración excesiva… Por ello es recomendable:
- Evitar los jabones fuertes y apostar por los de pH neutro. Los productos de higiene deben ser hipoalergénicos y sin perfumes.
- Humectar la piel de forma regular.
- Identificar y evitar los desencadenantes que provocan la afección: sudor, estrés, obesidad, alimentos que den alergia, polvo, polen…
- No utilizar prendas de fibras sintéticas ni lana, sino algodón 100%.
- Tomar baños o duchas cortos de 10 o 15 minutos con agua tibia en vez de caliente.
- Secarse con cuidado.
- Mantener una temperatura suave del entorno y un ambiente húmedo en casa.