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Papiloma: una vacuna «sexy»

VACUNA_RETOCADA

Cada año, medio millón de mujeres en el mundo desarrollan cáncer en el cuello del útero (cérvix). En todo el mundo, el cáncer de cérvix es el segundo cáncer más frecuente en la mujer después del de mama. Pero el 80% de esos cánceres de cérvix se producen en países de muy bajos recursos económicos. En España, por contraste, la mortalidad por cáncer de cérvix es baja y además va en descenso.

Ya en tiempos lejanos llamaba la atención que el cáncer de cuello de útero era muy frecuente en prostitutas y era, en cambio, excepcional en monjas. Esto hizo pensar que podría tratarse nada menos que de un cáncer que se transmitía por vía sexual. En 2008 Harald Zur Hausen recibió el premio Nóbel por demostrar que, una infección de transmisión sexual, la producida por el virus del papiloma humano (VPH), era la causa necesaria (pero no suficiente) del cáncer de cérvix.

Hay más de 100 tipos de virus del papiloma. De los aproximadamente 40 tipos de transmisión sexual, hay, al menos, 18 que son capaces de producir cáncer. Los virus del papiloma genitales son altamente contagiosos por contacto sexual aunque no sea penetrativo. Son causa también de cáncer en el ano (especialmente en varones homosexuales) y cánceres en boca y faringe.

Dos vacunas

Desde la primera década del siglo XXI se dispone de dos vacunas, que contienen partículas similares a las del virus (virus-like particles) que son capaces de crear inmunidad frente al virus. La primera es la vacuna tetravalente, la primera en introducirse. Además de los tipos 16 y 18 del virus del papiloma, contiene los tipos 6 y 11, que no son responsables de cáncer pero producen verrugas genitales. Es la que se incluyó inicialmente y sigue presente en la mayoría de los calendarios vacunales españoles. Por otro lado, está vacuna bivalente, sólo contiene el 16 y 18,  introducida más tarde en el mercado.

La vacunación requiere aplicar 3 dosis intramusculares en un periodo de 6 meses. Se vacuna a chicas preadolescentes (11-14 años) para asegurar que no están infectadas, ya que la vacunación sólo sirve si se está inicialmente libre de infección.  Ambas vacunas han demostrado gran capacidad de producir anticuerpos y también gran eficacia frente a lesiones precancerosas causadas por los tipos 16 y 18 en chicas no infectadas previamente. Hay sugerencias, pero requieren confirmación, de una posible protección cruzada frente a tipos 31 y 45. Lo que nunca se ha demostrado es que prevengan el cáncer, sólo las lesiones precancerosas. Parece lógico que una cosa conduzca a la otra, pero no se tiene seguridad absoluta. Por lo tanto, no se puede decir con propiedad que sean vacunas contra el cáncer.

Además los ensayos que han valorado si se prevenían las lesiones precancerosas (neoplasia intraepitelial cervical grados 2 o 3 o adenocarcinoma in situ) sólo han durado hasta 5 años (la tetravalente) u 8,4 años (la bivalente).

*Miguel Ángel Martínez González es Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra.

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