Probablemente, el término fibromialgia no sea desconocido por prácticamente nadie, pero sí ciertas especificaciones. Se trata de un síndrome clínico común que suele pasarse por alto y que se asocia a una discapacidad considerable. Lo cierto es que se puede minimizar la discapacidad con un diagnóstico temprano. Normalmente, quienes la sufren padecen otras enfermedades crónicas que complican su situación. Hoy hablamos algo sobre su origen y de cómo se muestra.
Según el reputado reumatólogo Richard Kwiatek la fibromialgia es un síndrome a menudo no reconocido. Afecta a un 2 por ciento de la población con una incidencia máxima en mujeres de mediada edad. Hoy aún no existe una comprensión completa del origen y evolución de una enfermedad que se superpone con otros síndromes somáticos funcionales como el síndrome del intestino irritable, el de fatiga crónica y la disfunción de la articulación temporomandibular. Suele coincidir con trastornos en el estado de ánimo y la ansiedad.
Características de la fibromialgia:
– Dolor somático generalizado en piel, músculos, huesos o articulaciones.
– Sensibilidad en tejidos profundos.
– Sensibilidad ante el dolor.
– Fatiga o trastornos del sueño.
– Disfunción cognitiva o angustia psicológica.
La fibromialgia, según recogió el número de la revista ‘Australian Prescriber’ del 3 de octubre del pasado año, se asocia con trastornos psiquiátricos y musculoesqueléticos que derivan en un peor resultado en el tratamiento. Puede aparecer también tras una infección o en personas con problemas crónicos.
Con asiduidad se ha vinculado a una fisiopatología del sistema nervioso central, pero con el paso del tiempo existen más evidencias que apuntan a múltiples subconjuntos patogénicos dentro del sistema nervioso periférico.
La fibromialgia es un trastorno difuso de síntomas tanto en la distribución del dolor como en la implicación y gravedad de los síntomas. La intención de nuestros especialistas siempre es mejorar los síntomas y con ello la calidad de vida, adaptándose individualmente a cada caso, según destaca el especialista.
Hoy se aplican diferentes fármacos como tratamiento o como apoyo en el manejo de los síntomas. Todos los consumidos deben tomarse en dosis bajas y aumentarse con precaución, siempre bajo prescripción médica. En caso de no registrar avance alguno, se debe apostar por cambio de medicamento.