La responsable de esta condición necesaria (aunque no suficiente), es la glándula pineal y más concretamente la secreción por parte de ésta de la hormona melatonina, que hace que nuestro organismo entre en un estado de relajación y rápidamente sobreviene el sueño. La melatonina, en humanos, está a bajos niveles durante las horas de luz; cuando la intensidad de la misma disminuye, la retina envía impulsos eléctricos que la glándula pineal transforma en señal hormonal, quiere decir que ha llegado la noche y que es la hora de producir melatonina en cantidades ingentes, entonces este proceso y otros complementarios harán que conciliemos un profundo y placentero sueño.
Sabiendo todo esto, huelga dar demasiadas explicaciones sobre como tiene que ser la iluminación de nuestro dormitorio. Sería conveniente disponer varios puntos de luz, de intensidad variable e ir cambiando según la actividad que estemos realizando y según vaya acercándose el momento de dormir, o bien halógenos para regular de más a menos la iluminación de la habitación, para llegar a la oscuridad total a la hora del sueño. Por último haremos un apunte sobre la pertinencia de actividades tan frecuentes como desaconsejadas, a la hora de ir a dormir: ver la televisión y el uso de aparatos tecnológicos en la cama. Ambos hábitos sobreestimulan nuestro cerebro con luz artificial y destellos y hacen que baje considerablemente la producción de melatonina dificultando así la conciliación del sueño.