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El 8 por ciento de los españoles son adictos al cibersexo

CIBERSEXO RET
El cibersexo, una poderosa adicción.IDEAL.
El perfil del adicto al cibersexo es un hombre –en el 80 por ciento de los casos–, de clase medio-alta, con una edad entre los 25 y 50 años y la mitad de ellos mantiene una relación estable, según ha afirmado el sexólogo Joan Mir.

El experto ha indicado que la enfermedad afecta al 8 por ciento de la población española y que, sin embargo, «es la adicción más negada y suscita un gran rechazo social«. Asimismo, ha señalado que esta patología «se instala más fácilmente en un cerebro adictivo, en una personalidad buscadora de sensaciones potentes«, y que sus efectos «pueden destruir la vida de una persona y su familia, e incluso provocar ideaciones suicidas«.

El doctor Mir, miembro del Grupo de Trabajo de Sexología de Semergen y coordinador de Espai Terapèutic en Palma de Mallorca, ha explicado que el adicto «es un enfermo con un elevado nivel de sufrimiento crónico». Al respecto, ha indicado que «las consecuencias pueden ser devastadoras» y ha puntualizado que en cuenta a salud mental «se asocia frecuentemente a trastornos depresivos y ansiosos, consumo de sustancias de abuso y de ansiolíticos». A nivel familiar, ha asegurado que puede desembocar en «un conflicto grave de pareja, con separaciones frecuentes, principalmente al ser descubierto, y un deterioro relacional con los hijos«. Respecto al mundo laboral, puede provocar un menor rendimiento, y hasta la posibilidad de perder el puesto de trabajo y, en materia judicial, «existe la posibilidad de involucrarse en asuntos delictivos».

Un aspecto básico para comprender este fenómeno, afirma este experto, es «la carencia de cultura de esfuerzo». «El sexo es el instinto primario más poderoso del ser humano y hay personas que quieren conseguirlo ya mismo. La recompensa sexual a través de chats eróticos o webs porno gráficas es inmediata, sin esfuerzo previo y a la carta. Se puede dar paso a las más osadas fantasías, no hay límites«. Sin embargo, el paciente «no se satisface con el sexo, sino que se sirve de él para aliviar sus frustraciones y malestar«. «Inicialmente puede resultar excitante como todo lo novedoso. Hasta avanzado el proceso, no se tiene conciencia de problema y menos aún de su gravedad, por lo que a pesar de las interferencias en la vida diaria, como conflicto de pareja, deterioro de las relaciones sociales, abandono de actividades lúdicas o problemas laborales, se prosigue con las conductas adictivas hasta que están fuera de control«, ha resaltado.

 

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