¿Costumbre o necesidad biológica?
Frente a lo que comúnmente se ha entendido como un hábito, un sueñecito después de comer (según estudios), responde a una necesidad biológica del cuerpo humano, que tiene dos períodos naturales de sueño: entre las 14h y las 16h y por la noche. Una modesta siesta de unos 30 minutos, enfría la temperatura corporal y quizás este es el motivo de que su práctica sea más frecuente en países mediterráneos y latinoamericanos, frente a los anglosajones. Además se ha observado también en muchas especies animales, que suelen tomarse un pequeño receso al mediodía, así parece ser más bien un fenómeno relacionado con una imposición de los ciclos circadianos.
Beneficios de la siesta
La siesta se asocia a una costumbre poco saludable, con connotaciones negativas por relacionarse con estados de vagancia y desidia, pero lo cierto es que se han demostrado sus múltiples beneficios. En 2007 se publicaron los resultados de un ambicioso estudio llevado a cabo por la Escuela de Salud Pública de Harvard y la Escuela Médica de la Universidad de Atenas. En citado estudio se siguieron durante 6 años los hábitos de sueño de más de 26.000 personas, concluyendo que la práctica de la siesta era beneficiosa para el músculo cardíaco, tanto que se aseguró que había un 37% menos de incidencia de enfermedades coronarias en personas que acostumbraban a dormirla. Además en numerosas investigaciones se han encontrado efectos positivos de este particular reposo en la mitad del día: mejora el rendimiento por la tarde, aumenta el estado posterior de alerta, disminuye la somnolencia sin afectar al sueño nocturno y en definitiva se ha puesto hincapié en los efectos revitalizantes de una siesta de no más de 30 minutos.
Desafortunadamente, debido a la industrialización y al ritmo frenético en el que vivimos este hábito se está perdiendo, en Grupo Lo Monaco apoyamos la práctica de un sueñecito después de comer y nos gustaría ser los patrocinadores de muchas de vuestras siestas como no, en uno de nuestros equipos de descanso.